Mi nombre es Mario Nicasio Wapichana, vivo en el estado de Roraima, Brasil. Actualmente estoy en la vice coordinación ejecutiva de la COIAB (Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña, base de la COICA (Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica)”.

El joven líder indígena Mario Wapichana, ha hecho un alto en sus labores de coordinación, formación y articulación política de los pueblos amazónicos, para asistir ahora como delegado indígena al Seminario Internacional sobre Ecología Integral que promueve la REPAM y que tiene lugar en la Universidad de Georgetown en Washington, del 19 al 21 de marzo.

El padre Dário Bossi, delegado de la Red Iglesias y Minería conversó con él sobre este Encuentro, sobre el próximo Sínodo de la Amazonía y sobre la minería en los pueblos indígenas amazónicos. Sus respuestas son muy concretas y muy claras, como cuando afirma, sin ninguna duda: «la palabra de Dios tiene mucho que ver con todo lo que los pueblos indígenas ya estamos haciendo»

P: Mario, ¿por qué este Encuentro es importante para los pueblos indígenas? Y, ¿cuál crees que es el papel de la Iglesia en la defensa de los territorios de los pueblos?

Este encuentro articulado por la REPAM y particularmente por la Iglesia Católica, es un evento que incluye el trabajo intercultural de los pueblos en diferentes regiones y también los diversos actores que trabajan con los pueblos indígenas, como los misioneros de la iglesia católica y los organismos que defienden los derechos humanos de los pueblos indígenas. Se trata de un encuentro que trae un intercambio de experiencias y de estrategias para defender los derechos de nuestros pueblos: territorio, derecho al agua, derecho a la vida.

El encuentro es importante, porque da visibilidad a los pueblos y permite que los participantes puedan escuchar el clamor de los pueblos indígenas, las alertas y las propuestas que tenemos. Permite también mostrar lo que los pueblos indígenas hacemos para el buen equilibrio ambiental.

Pero, es necesario que no se limiten a escucharnos, sino que es importante que nos acompañen y que estén junto a nosotros en la construcción del Buen Vivir de los pueblos de la Amazonía y del mundo. Eso esperamos de la Iglesia.

P: ¿Qué significa el Sínodo de la Amazonía para los pueblos indígenas?

Para nosotros, como pueblos indígenas, el Sínodo tiene la ventaja de fortalecer alianzas. Alianzas entre pueblos, alianzas entre culturas, con organizaciones indígenas y no indígenas. Tiene también el papel de defender la vida, porque el papel de la Iglesia es anunciar la palabra de Dios, que tiene mucho que ver con todo lo que los pueblos indígenas ya estamos haciendo.

Por ello, el Sínodo además de abrir la posibilidad de tener un diálogo directo con el Papa Francisco, tiene también el papel fundamental de unir a las personas para el cuidado y defensa del espacio común, de la Casa Común, como dice el Papa.

¿Qué amenazas trae la minería para los Pueblos Indígenas y cómo la Iglesia les puede ayudar?

La minería es un tema muy problemático para los pueblos indígenas. Porque como pueblos indígenas no tenemos conocimientos tecnológicos para manejar estos emprendimientos, y acabamos siempre como simples objetos de explotación. Por el momento, la minería es un acto altamente criminal porque acapara nuestros territorios y mata a nuestros pueblos indígenas. Será bueno conocer cuál es el papel de las empresas mineras, dado que hoy solo traen perjuicios ambientales, sociales y económicos para nuestros pueblos.

El papel de la Iglesia, en este momento, debe ser aportar informaciones, capacitar a nuestros pueblos para saber qué es la minería, cuáles son las leyes que nos protegen. La Iglesia desde el Papa, obispos, sacerdotes, religiosas y todos sus miembros, deben estudiar esa realidad para ayudarnos a los pueblos indígenas, para que nos incluyan en los planes de desarrollo, por que los gobiernos no nos toman en cuenta, en ninguna parte del mundo.

Junto con la Iglesia y otras organizaciones tenemos que indicar a nuestros gobernantes que es importante el desarrollo, pero no de cualquier modo o a cualquier precio.

La Iglesia debe cumplir su papel de anunciar, alertar y contribuir con nuestra formación para poder en el futuro denunciar y hacer alertas globales, porque muchas veces nos invisibilizan y las empresas no nos quieren oír. La Iglesia tienen que ayudarnos a que se cumpla el protocolo de consulta.