El Sínodo Amazónico no ha terminado, sino que continúa con más fuerza, afirma el teólogo Peter Hughes. Comenzó hace unos dos años en Puerto Maldonado, tuvo un largo período de escucha a los pueblos, se realizó el encuentro sinodal en Roma donde se construyó un documento con una serie de recomendaciones y, ahora, el Papa nos ilumina y orienta con la exhortación apostólica “Querida Amazonía”.

“Entonces se trata de seguir avanzando. Caminar juntos para profundizar y poner en práctica las recomendaciones del Santo Padre. Por ello, es que el proceso continúa con mayor claridad y fuerza”, enfatiza Hughes: “Este Sínodo Especial de la Amazonía, nos ha enseñado varias cosas, una de ellas es que tenemos que aprender a “caminar juntos”, que es lo que en última instancia significa la palabra sínodo”.

“Esta experiencia eclesial de caminar juntos, nos ha abierto una posibilidad nueva de pensar la Iglesia de otra manera. El Papa Francisco, nos invita a vivir como sínodo, a vivir en sinodalidad, en camino que se abre y se construye entre todos y por donde debe avanzar la iglesia. Y esto no sólo es un método, es la manera auténtica de ser Iglesia. Es la forma de construir identidad, la forma de construir o abrir nuevos caminos, para la iglesia y para el mundo.

Este caminar juntos es con todos y todas. Se trata de abrir nuevos caminos para vivir como Iglesia Pueblo de Dios. Para superar el pensar la iglesia como jerarquía, para superar la iglesia clerical que tenemos ahora. Tenemos que avanzar hacia una Iglesia Pueblo de Dios, conformada por todas las personas bautizadas.

Sueño con “Una iglesia con rostros amazónicos”, “marcadamente laical” que sólo será posible con “un contundente protagonismo de los laicos”, ha dicho el papa Francisco en su Exhortación Apostólica “Querida Amazonía” hecha pública el 12 de febrero.

En este desafío de construir la Iglesia de manera distinta, afirma el padre Peter Hughes, “otra de las cosas que hemos aprendido en este proceso del Sínodo Amazónico es que debemos saber ESCUCHAR porque hasta ahora la Iglesia era muy buena para hablar, para enseñar, para dar respuestas, ahora tenemos que aprender también a escuchar”.

“Escuchar no es fácil”, dice, “por eso tenemos que tomar conciencia que debemos aprender a escuchar. El propio Papa ha dicho que escuchar a los pueblos amazónicos es lo más importante para los obispos. Pero escuchar a la gente de una manera nueva, sabiendo que en ellos está presente la voz de Dios”.

“En el momento actual la Iglesia no puede estar menos comprometida, y está llamada a escuchar los clamores de los pueblos amazónicos «para poder ejercer con transparencia su rol profético» (n.19), insiste el Papa, haciendo un llamado a dialogar con los pueblos originarios “La Amazonia debería ser también un lugar de diálogo social, especialmente entre los distintos pueblos originarios, para encontrar formas de comunión y de lucha conjunta (…) Ellos son los principales interlocutores, de los cuales ante todo tenemos que aprender, a quienes tenemos que escuchar por un deber de justicia, y a quienes debemos pedir permiso para poder presentar nuestras propuestas” (n.26).

Francisco, va más allá y afirma que “el diálogo no solamente debe privilegiar la opción preferencial por la defensa de los pobres, marginados y excluidos, sino que los respeta como protagonistas” (n.27), reconociendo a los pueblos originarios como actores, sujetos protagónicos del cambio.

Se trata entonces, del “nacimiento de un nuevo sujeto: la Amazonía”, dice Peter Hughes, recordando todo lo que fue el proceso de escucha sinodal en el que, animados por la REPAM, participaron muchas comunidades y pueblos de los nueve países amazónicos. “Hoy, la Amazonía, entra en escena, reclama su palabra dentro de la iglesia y fuera de la iglesia. Hace un par de años, quizás, la gente sabía menos de la Amazonía que ahora y podemos decir que la iglesia ha aportado en acompañar a los pueblos amazónicos en ese irrumpir, en hacerse presente, en decir su palabra a veces a gritos, de lo que están sufriendo, de lo que está padeciendo”.

“Cuando hablamos de la Amazonía como nuevo sujeto, es un sujeto compuesto por seres humanos de los pueblos de la Amazonía, por la naturaleza, por el bosque tropical, por el agua, por las plantas, los animales, con toda esa vida exuberante, donde la vida abunda, pero que hora está en peligro y con amenaza de muerte”, explica el padre Hughes. “En la Amazonía, la vida humana no se puede separar del territorio, hay una relación íntima, integral entre los seres humanos, el ambiente, el territorio. No hay posibilidad de vida, ni para nosotros tampoco. Pensemos, cuanto somos capaces de vivir sin aire, en dos o tres minutos ya estamos en serios problemas”, ejemplifica.

En esta misma línea, el Papa, en su exhortación Querida Amazonía, acentúa “Si el cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí donde «la selva no es un recurso para explotar, es un ser, o varios seres con quienes relacionarse (n.49)».

Todo un desafío, que para Peter Hughes recién ha comenzado, que tiene muchas resistencias al interior de la misma iglesia, pero que ya va mostrando que otra Iglesia es posible en la Amazonía y en cada parroquia, diócesis, comunidad o territorio.

Peter Hughes, que participó y participa en todas las etapas del proceso sinodal, desarrolló estas reflexiones el día 12 de febrero, en el Encuentro Nacional de Agentes Pastorales de Perú, cuyo tema central fue el Sínodo Panamazónico, organizado por el Instituto Bartolomé de las Casas, en la ciudad de Lima.

Con información proporcionada por el IBC y Mónica Villanueva desde Lima – Perú