Durante el primer día del encuentro de obispos en el norte de Brasil, se destacó la necesidad de unificar las resistencias de las comunidades de fe frente a los grandes proyectos de extracción minera que operan sistemáticamente desarrollando una cadena de impacto de violaciones que envuelve a la minería, a la producción de energía, el transporte de minerales y acceso a las regiones mineras, al monocultivo y al agronegocio. Así lo reportó el padre Dário Bossi, miembro de la Red Iglesias y Mineria, desde Piquiá en Açailandia.
No es posible por tanto separar la minería de todo ese sistema de gestión del territorio en el que los impactos se dan de forma conectada. Es necesario también unificar las resistencias frente a los grandes proyectos que para instalar operaciones de extracción, necesitan también organizar infraestructura, energía y uso de agua, dijo el sacerdote brasileño.
Durante el encuentro que empezó el 11 de noviembre, se reflexionó también el contexto político actual del Brasil, con la victoria del presidente Bolsonaro y se subrayó que es evidente que habrá un cambio, una aceleración drástica de explotación de minerales en varias partes del país. Especialmente en las tierras no alcanzadas por estos emprendimientos. En particular en las regiones amazónicas, las reservas forestales y también las tierras indígenas y quilombolas.
Las grandes mineras internacionales, con este nuevo presidente, ya están calculando nuevos lucros ganancias para los próximos años. Significa que invertirán menos en la industrialización y la cualificación del trabajo, que no invertirán en las alternativas energéticas y que considerarán a la Amazonia como materia de conquista en detrimento de los pobres indígenas y que amenazara cada vez más a defensoras y defensores de los derechos humanos.
Consecuentemente crecerá la precarización del trabajo, será disminuida la fuerza institucional del Estado particularmente las instituciones que regulan el medio ambiente la licencia ambiental la libertad del acceso a los territorios por los emprendimientos y será necesario que los movimientos sociales y la iglesias encuentren nuevas formas de estrategias de resistencia de enfrentamientos a estos grandes proyectos.
La Iglesia precisa reconquistar, reencontrar su voz y coraje y “no dejar morir la profecía”, como decía dom Helder Cámara. La gran mayoría de la Iglesia de hoy somos tolerantes frente a los grandes ataques ambientales y sociales que están sucediendo en el país.
Sin embargo, por otro lado, hay signos de esperanza, dijo el padre Bossi estos signos de esperanza se reflejan en la convocatoria del Sínodo especial para la Amazonia, la encíclica Laudato Si, la carta pastoral de los obispos de América Latina sobre le cuidado de la casa común. El empoderamiento de las iglesias de base y de las comunidades, la concientización de los líderes, la defensa de los territorios y también algunas instituciones como los obispos del Brasil, de crear un grupo de trabajo sobre minería son elementos nuevos en la coyuntura de hoy, que muestran que probablemente la Iglesia puede tener una palabra importante y significativa que hace la diferencia entre ellos grandes emprendimientos de la minería.
El Encuentro de las Comunidades Afectadas por la minería en dialogo con la Iglesia en el norte y nordeste brasileño, se lleva a cabo del 9 al 11 de noviembre. Es organizado por el Grupo de Trabajo sobre Mineria de las Conferencias Nacionales de los Obispos del Brasil *CNBB y la Red Iglesias y Mineria y la Red Justiça nos Trilhos.