Al concluir su visita a la comunidad de Brumadinho en Brasil, una comunidad que perdió a 270 personas, en uno de los mayores desastres socioambientales causados por el extractivismo minero, Monseñor Bruno-Marie Duffé, secretario de Dicasterio para el Desarrollo Humano integral del Vaticano, comentó que, durante los días de su visita, una pregunta central que le acompañó fue: ¿cómo podemos pensar en otro desarrollo? ¿Cómo podemos encontrar juntos otro modelo que respete la naturaleza, el medio ambiente las vidas de las personas y que pueda abrir un futuro de esperanza para los más jóvenes?
En un testimonio personal compartido por radio Vaticano (Sección Francés), monseñor Duffé indicó que “el espíritu de esta visita (a las víctimas de Brumadinho) fue expresar tanto la solidaridad como el sentimiento fraternal del Papa Francisco. La idea era traer un poco de consuelo, por supuesto, pero también reflexionar sobre el significado de esta situación y el significado de este desarrollo que no deja de dañar la Tierra, la vida humana y las comunidades locales”.
Justamente, subrayando la urgencia de buscar entre todos, otro tipo de modelo económico, comentó: “¿Cómo podemos pensar en otro desarrollo? La pregunta fue central y ha vivido en estos dos días de compartir, celebrar y reflexionar ¿Cómo podemos encontrar juntos, especialmente con empresarios, con empresas que gestionan esta explotación, este extractivismo, otro modelo que respete la naturaleza, el medio ambiente, las vidas de las personas y qué pueda abrir un futuro de esperanza para los más jóvenes?
Su visita solidaria a Brumadinho, fue una oportunidad para mostrar el apoyo del Papa a toda una comunidad que resultó herida y afectada por este desastre y que hasta la fecha no experimenta justicia de parte del estado y mucho menos de la empresa Vale responsable del crimen socioambiental.
“El Papa Francisco siempre dice que primero debemos encontrarnos con las personas afectadas por situaciones de sufrimiento para poder ofrecer un nuevo camino, un camino de escucha mutua, un camino de fe, un camino de reconciliación y perdón. Por lo tanto, debemos poder trabajar con todos los actores del desarrollo, los actores económicos y los actores políticos y sociales, debemos poder hacerlo con los más pobres y, especialmente, cederles la palabra a los más afectados por los efectos de las consecuencias de este desarrollo y debemos poder hacerlo para que podamos encontrar un camino que sea un camino de reconciliación con la creación, con la vida, con el futuro y con la esperanza que hemos recibido de Jesucristo”.