La Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (REMAM) – Capítulo de Panamá, formada por organizaciones
católicas y congregaciones religiosas, preocupados por el futuro de nuestro país, fundados en el Evangelio, en
la Doctrina Social de la Iglesia y en la palabra del Papa Francisco, hemos analizado el nuevo contrato del
Estado panameño con Minera Panamá y la misma realidad minera de nuestro país. Por tanto, queremos
manifestar nuestra palabra de manera urgente:
Considerando que:
1. La minería metálica NO ES VIABLE NI SOSTENIBLE en un país con la riqueza hídrica y de
biodiversidad y la vulnerabilidad climática de Panamá. Esto está avalado por muchos estudios internacionales
y nacionales*. Nuestros obispos lo han confirmado: No hay dinero en el mundo que pueda compensar el daño
que la extracción minera puede causar a corto, mediano y largo plazo” (CEP, 10-02-23).
2. El área total de uso y servidumbre para la mina es de 17,780.38 hectáreas, incluyendo la instalación de
manejo de relaves; además, sabemos que el área de concesión está en medio del Corredor Biológico
Mesoamericano y el Área Protegida de Donoso, lo que contradice nuestro ordenamiento legal.
3. El contrato contempla amplias facultades a favor de la empresa para adquirir, arrendar o usufructuar
tierras del Estado o de propiedad privada sin límite, dentro o fuera de la concesión. El Estado se
compromete igualmente a expropiar las tierras que sean necesarias para ampliar la concesión, aunque la minera
pague compensación.
4. Hay un “Ingreso Mínimo Garantizado (IMG)”, de la minera al Estado, por 375 millones de dólares, sin
embargo, esto es muy relativo porque se puede disminuir por múltiples razones, como la baja del precio del
cobre en el mercado, lo que no constituye una garantía real.
5. El contrato indica que prevalecerá por encima de las normas del Código de Trabajo, poniendo en condición
especial o posibilitando condiciones inferiores de trabajo y remuneración en el área de la minera en contraste
con el resto del país.
6. Se vende agua (100 millones de m3
) a un precio irrisorio, lo que contradice lo explicado por la misma
minera que estima en doce veces más el gasto de agua, sin considerar la disminución del caudal de los ríos
para las poblaciones cuenca abajo.
Acordamos que:
A] Como ciudadanos de este país y como cristianos que defendemos la vida, queremos mostrar nuestra fe
con nuestras obras, por eso NO podemos avalar un contrato de este tenor que, además, contiene
contradicciones con nuestra legislación ambiental y constitucional. “La protección del medio ambiente deberá
constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá considerarse en forma aislada” (Papa
Francisco, Laudato si’,141)
B] Llamamos al órgano Legislativo a una reflexión seria y profunda para que NO acepten la firma de este
contrato que lesiona gravemente, no sólo nuestra soberanía sino también el futuro del pueblo panameño y de
nuestra Casa Común. La lesión a nuestro país, que llevó a la Corte Suprema de Justicia a declarar ilegal el
contrato anterior, se mantiene, ya que las ventajas para la empresa son ahora mayores. “Necesitamos cambiar
el modelo de desarrollo global lo cual implica reflexionar responsablemente sobre el sentido de la economía
y su finalidad para corregir sus disfunciones y distorsiones” (Laudato si’,194).
C] Instamos a todos los cristianos, a las universidades, organizaciones ambientales y demás, para que
propongan un cierre escalonado de la explotación minera, con plazos razonables, en concordancia con
los esquemas legales y los convenios internacionales y con la posibilidad de auditoría social para la debida
transparencia y cumplimiento. “Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una
calidad de vida integralmente superior, no puede considerarse progreso” (Laudato si’,194).
D] Invitamos a todos los ciudadanos de este país a “crear una “ciudadanía ecológica” que nos lleve a
comportamientos que tengan incidencia en el cuidado del ambiente…Vivir la vocación de ser protectores de
la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa” (Laudato si’,211,217). Que “el amor social nos
mueva a pensar en estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del
cuidado que impregne toda la sociedad” (Laudato si’,231).
E] Animamos a nuestros hermanos obispos a profundizar en sus palabras (feb. 2023), y a otras organizaciones
y grupos interesados por el futuro de Panamá, a que consideren pronunciarse ante la urgente necesidad de
salvar nuestra Casa Común de un desastre ambiental de proporciones catastróficas. No nos acerquemos un
segundo más al final del reloj apocalíptico.
“María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido” (Laudato
si’,241), que Ella vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos y nos muestre a Jesús.
Panamá, 9 de mayo de 2023.
Por la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana – Capítulo de Panamá:
Organizaciones católicas:
Pastoral Social – Cáritas de Panamá
Comisión de Justicia y Paz
Coordinadora Nacional de Pastoral Indígena – CONAPI
Movimiento Laudato Si’ – Panamá
Universidad Santa María la Antigua – USMA
Equipo de Pastoral Indígena Arquidiocesana – EPIA
Pastoral Afrodescendiente
Asociación de Religiosas y Religiosos de Panamá – ADERYRP
Pastoral de Migrantes – Vicariato del Darién
Comisión de Justicia y Paz – Diócesis de Penonomé
Parroquia San Vicente de Paúl, Soloy, CNg-B, Diócesis de David
Red de Semillas, Saberes y Sabores – Renacimiento – Diócesis de David
Comunidades Eclesiales de Base – Renacimiento – Diócesis de David
Congregaciones religiosas:
Hermanas de Maryknoll
Hermanas Terciarias Capuchinas
Congregación de la Misión (Misioneros vicentinos)
Hijos del Corazón de María (Misioneros claretianos)
Compañía de Jesús (Jesuitas)
Algunos estudios sobre este tema son:
• CIAM, La situación de la minería en Panamá, 2022.
• Grupo de trabajo sobre minería y DDHH en A.L., El impacto de la minería canadiense en América
Latina y la responsabilidad de Canadá, 2015. (Trata 22 casos en nueve países de A.L.).
• Jiménez et al, Comunidad y acción colectiva campesina en Donoso, Panamá, 2012.