Belisário, en la región de la Zona da Mata de Minas Gerais, Brasil, multiplica la lucha por la protección de la Serra do Brigadeiro que lleva dos décadas con otras quince comunidades afectadas o que resisten a la minería en América Latina. Entre los días 16 y 21 de agosto, el distrito de Muriaé acogió el Intercambio de Saberes promovido por la Red Iglesias y Minería (RIM), que reúne a líderes comunitarios, entidades eclesiales y movimientos sociales representativos de las realidades de Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Perú.
La diversidad de experiencias y alternativas a las economías extractivistas que surgen de las diferentes espiritualidades fueron la brújula del encuentro, con un análisis de cómo las comunidades de fe de estos siete países han trabajado para acompañar a las comunidades que proponen formas de vivir desde una conversión ecológica integral. El encuentro reunió a 40 personas que compartieron experiencias de aprendizaje y sus diferentes cosmovisiones. Representantes de pueblos indígenas, comunidades afro, quilombolas, comunidades campesinas y colectivos que trabajan en las ciudades dialogaron sobre los elementos que unen los diferentes contextos, teniendo como unificador la lucha contra la minería.
Gilberto Teixeira, franciscano de la Fraternidade de Santa Maria dos Anjos y responsable de la parroquia de Belisário, destacó el significado de acoger el encuentro en una comunidad que se ha unido para decir no a la minería en una región caracterizada por la preservación de la Mata Atlántica y por ser un recurso hídrico que abastece los ríos del sudeste brasileño. «Somos conscientes de que la minería causa violencia en todo el mundo e impone sufrimiento a muchas realidades. Estamos aquí con otras experiencias que defienden a la Madre Tierra, a partir de un llamado a la conversión ecológica integral, y para reforzar nuestras acciones para que el desastre minero y su proyecto de muerte no llegue a este territorio», enfatizó.
El religioso franciscano destaca la espiritualidad como elemento central en la defensa de las comunidades guardianas de nuestra casa común. La dimensión de la fe se encuentra como motor de la resistencia y fue el lema del encuentro. «Hay momentos en los que queremos parar, en los que nos desanimamos. Y creo que es normal. Pero entonces recordamos que somos una comunidad de fe que se une desde la espiritualidad y eso es lo que vigoriza nuestro trabajo. Nos nutrimos en comunidad de una espiritualidad que nos da la certeza de que Dios está con nosotros y por eso no estamos solos. No hay que separar la resistencia que surge de nuestra espiritualidad».
«La diversidad de nuestra casa común es nuestro altar y lo que nos une es la defensa de la vida». Para Nery Orlando Dias, de Poqomam, comunidad maya de la región sur del departamento de Chiquimula, Guatemala, el intercambio de espiritualidades y saberes se dio desde la diversidad de resistencias y manifestaciones de fe que impulsan la defensa de la vida. «El encuentro tiene un gran significado para nuestra Abya Yala porque entendemos nuestras luchas pacíficas desde las espiritualidades que nos mueven como comunidades. Caminamos a la luz de la paz y del proyecto de justicia que nos ha regalado el Papa Francisco a través de la encíclica Laudato Si'», recuerda el chamán maya que viajó de Guatemala a Brasil para unirse al grupo.
«Las manifestaciones de las espiritualidades de cada cosmovisión son la fuente de la diversidad de luchas. Es lo que nos motiva a seguir adelante y nos damos cuenta de que nuestras espiritualidades se manifiestan en nuestras acciones. Por eso, aunque tengamos una diversidad de espiritualidades -cristiana católica, cristiana protestante, indígena, negra, de comunidades tradicionales- la unidad se siente en la defensa de la vida y la resistencia desde el punto de vista de la paz.» El líder indígena actua en la parroquia de San Francisco en Guatemala, donde se encuentra el proyecto minero El Pato, que afecta a unas 30 comunidades.
Amenazas a la espiritualidad de los pueblos que se resisten a la minería
El encuentro trae a debate formas de espiritualidad y su relación con la naturaleza que encuentran en la mística un elemento de cuidado de la creación, como alternativa a las crisis socioambientales provocadas por una economía lineal basada en el saqueo de la Madre Tierra. Sin embargo, las nuevas prácticas coloniales de las empresas y el uso de la fe son vistos como una amenaza para los pueblos que apoyan prácticas alternativas que hacen posible otros mañanas. Una lideresa del pueblo indígena Wayúu de la región de La Guajira, el último estado de la región norte de Colombia, señala las nuevas «epidemias colonizadoras» que están llegando junto con las empresas y las espiritualidades irrespetuosas a los territorios de los pueblos indígenas.
«La espiritualidad de nuestras abuelas, los sueños que tienen y cómo nos muestran el camino, ha sido tildada de brujería por las religiones cristianas y neopentecostales que son utilizadas por las empresas para eliminarnos. El modelo de evangelización que ha llegado a nuestros territorios con las empresas mineras es, aún hoy, irrespetuoso con nuestras culturas. La medicina tradicional no está autorizada. Las danzas y rituales están prohibidos. La evangelización colonizadora nos hace perder nuestras esencias sagradas como pueblo», afirma la joven del pueblo Wayúu. «Las iglesias que desvalorizan nuestras culturas llegan con un mensaje de desarrollo y son ellas las que imponen la minería y economías que no son nuestras».
Vanessa Guajajara, indígena de Maranhão, Brasil, trajo constantemente a los diálogos la urgencia de «pisar los territorios de la resistencia». «No podemos retroceder. Si las mineras dan dos pasos adelante, nosotros daremos cinco. No somos víctimas. Tienen que sentirse presionadas por nuestras acciones. Lamentarnos ya no será nuestra estrategia. Para defender nuestros territorios frente a las mineras, si es necesario, cerraremos calles y vías de tren». La indígena también destacó la urgencia de crear espacios de escucha y diálogo desde un enfoque decolonial, teniendo en cuenta la historia de las antiguas y actuales formas de colonización que han prevalecido en la evangelización e integración de los pueblos indígenas en toda América Latina. «Participar en este espacio es como un remedio para las heridas del pasado. No es fácil estar aquí porque estás recordando la violencia histórica. Estas jornadas han servido como un desintoxicante que nos libera del pasado de colonización de nuestros pueblos indígenas y nos permite pensar en pasos hacia adelante juntos.»
«Nuevo engaño llamado transición energética»
La perversa relación entre fe y progreso que proponen los proyectos mineros es un elemento que destaca José Hernán Gutiérrez, indígena que vive en Valle Calchaquíe, Argentina. «Siempre ha existido un proyecto de supremacía sobre los pueblos indígenas. Hoy este proyecto aparece a través de un nuevo engaño llamado transición energética. En el pasado, este proyecto llegó con la Biblia, que fue utilizada para saquear nuestros territorios. Hoy, las empresas mineras también utilizan a las iglesias para venir a robarnos con estos proyectos mineros con un discurso de desarrollo «, enfatizó el joven.
«Si quieres estar con nosotros en nuestras marchas, en nuestras luchas, y juntos proponer otros modelos de mundo, tienes que respetar nuestras culturas, nuestros conocimientos. Nuestras espiritualidades están basadas y guiadas por el sol, los animales y la naturaleza. No como una dominación de la Tierra, sino como una relación muy estrecha».
José Hernán recuerda cómo, durante siglos, las Iglesias contribuyeron a borrar las culturas indígenas y a demonizarlas. «Recuerdo que los ancianos nos contaban cómo los nombres de nuestras comunidades, que estaban en nuestra lengua kakam, fueron cambiados por nombres de santos. Hoy ya no hablamos nuestra lengua. Dicen que para bautizarnos, primero tuvimos que entregar nuestros objetos sagrados». La comunidad de José se ve afectada por las empresas mineras, que extrae oro y cobre y está intensificando la violencia por nuevas propuestas para extraer litio en el «triángulo blanco», fronterizo con Chile y Bolivia.
Horizontes por recorrer
Al final del encuentro, se indicaron horizontes para el trabajo de la Red Iglesias y Minería y de las organizaciones presentes que acompañan comunidades martirizadas por las economías extractivas. Los puntos que resonaron en la asamblea, después de las reflexiones en grupos y el trabajo plenario, indicaron una urgencia en el tema de la formación política y la creación de espacios de resistencia para los y las jóvenes.
«Es hermoso darse cuenta de que las indicaciones que surgen de cuatro días de encuentros apuntan hacia la justicia intergeneracional. Los y las jóvenes han demostrado al mundo que hay un despertar de la conciencia frente a las crisis que son el resultado de un modelo neoliberal-extractivista dirigido por las elites de las generaciones pasadas. Las respuestas tampoco vendrán de ellos», dijo Guilherme Cavalli, coordinador de la Campaña de Desinversión en Minería, una de las actividades que organizó el intercambio. «El Papa Francisco viene apostando por los jóvenes en un llamado radical a las transformaciones sistémicas, por ejemplo cuando convocó a los diálogos sobre la Economía de Francisco y Clara. Convocar a los jóvenes y su diversidad al círculo es un horizonte para construir nuevas organizaciones de sociedades que den respuestas efectivas desde los pueblos y sus espiritualidades, con un proyecto popular que rechace las falsas soluciones que proponen los causantes de las crisis», concluyó.
El trabajo en red, los intercambios bilaterales que permiten compartir estrategias de lucha, fue otro de los puntos destacados en las conclusiones. «Las multinacionales mineras utilizan esta facilidad para ampliar las fronteras geográficas donde operan. Violan derechos en uno, dos o tres países vecinos. Necesitamos reforzar esta posibilidad desde el punto de vista de la resistencia. Algunos de los caminos son proponer intercambios como el que estamos viviendo, ahora en diálogos entre países vecinos, o con temáticas comunes», dijo Natália Sierra, socióloga ecuatoriana y profesora de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y una de las sistematizadoras del encuentro. «Son espacios como estos que se han creado en los últimos días los que permiten debatir las falsas alternativas presentadas por la élite global, como la transición energética, los bonos de carbono y otros. Frente a estas propuestas que legitiman el modelo de dominación, necesitamos seguir avanzando para desacreditar discursos falaces que no responden a los deseos de la gente.»
Además de la formación de los jóvenes y la creación de espacios de intercambio, en la plenaria de clausura se abordaron temas como el acompañamiento directo a las comunidades afectadas por la minería; el refuerzo de la comunicación, la incidencia y la visibilización de las violaciones de los derechos humanos y medioambientales por parte de la minería; la implicación directa de las organizaciones eclesiales e internacionales en los debates.
Por: Guilherme Cavalli, Red Iglesias y Minería
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