Jóvenes de diferentes países de América Latina celebraron el Tiempo de la Creación con una acción de denuncia y esperanza, desde una perspectiva internacional.
Creado por el Papa Francisco para profundizar en la espiritualidad de la Ecología Integral, el Tiempo litúrgico de la Creación se extiende desde el 1 de septiembre hasta la celebración de San Francisco el 4 de octubre, día en el que este año el Papa publicará una nueva exhortación apostólica en continuidad con la encíclica Laudato Si’: Laudate Deum.
Durante la segunda quincena de septiembre, un joven de Guatemala, uno de Ecuador, uno de Perú, uno de Argentina y otro de Brasil recorrieron Europa en la Caravana por la Ecología Integral. También les acompañaba el Obispo de Jericó, Colombia, Mons. Noel Londoño. Todos tenían en común territorios amenazados o ya explotados por la minería, cada vez más violenta e impactante en toda la región debido a la llamada «transición energética».
Trajeron las historias de vida de los pueblos ribereños de la Amazonia peruana y ecuatoriana, de los campesinos de América Central, de los indígenas mapuches del sur de Argentina y de la confrontación de los grandes proyectos mineros en Brasil, recordando particularmente a las víctimas de los crímenes ambientales de Mariana y Brumadinho. Mons. Noel destacó cómo la Iglesia en su territorio ha sido seducida por las empresas mineras que quieren obtener una licencia social para instalarse, a expensas de las comunidades, con graves riesgos para todas las especies y un serio impacto potencial en el acceso al agua.
La Caravana fue organizada por la red ecuménica latinoamericana «Iglesias y Minería», en colaboración con diversas organizaciones y redes cristianas europeas. También se eligió este período porque la Unión Europea aprobó recientemente una ley sobre «minerales críticos», aquellos que los países desarrollados necesitarán para garantizar la llamada «energía limpia». Las comillas son necesarias porque la limpieza garantizada para nuevos niveles de producción en el norte global se corresponde con graves violaciones de los derechos de las personas y la naturaleza en el sur global.
En esta segunda mitad del año, la Unión Europea también está debatiendo las directrices de «Diligencia Debida», que podrían obligar a las grandes empresas a controlar toda la cadena de producción de lo que venden en el mercado, siendo responsables de cualquier injusticia causada en una de las fases de la producción, y no sólo en el extremo «más limpio» de la cadena.
En este contexto, la Caravana ha sido testigo de historias de resistencia y denuncia en diversas esferas de las instituciones políticas y en el mundo comercial y financiero europeo: intervino en una agenda paralela a la reunión de los ministros de economía de la Unión Europea y América Latina en España; participó en una sesión de debate sobre el tema en el Parlamento Europeo en Bruselas; se reunió con el ministro de desarrollo alemán en Berlín; se reunió con uno de los principales bancos alemanes en Frankfurt para insistir en la urgencia de la desinversión minera.
Al mismo tiempo, buscó el diálogo y el apoyo con la Iglesia, reuniéndose con diversas organizaciones como: las conferencias episcopales y religiosas de España; el núcleo de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de USG y UISG, las uniones coordinadoras mundiales de la vida religiosa consagrada, en Roma; el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y la Pontificia Comisión para América Latina. También hubo un breve momento con el Papa Francisco, que instó a los jóvenes y a la red de Iglesias y Minería a «seguir adelante».
Por último, el grupo pasó cinco días estudiando y compartiendo con otros jóvenes estudiantes de teología de Alemania y Austria en la Universidad de Tubinga sobre el tema «Memoria y extractivismo: perspectivas teológicas y decoloniales».
La Caravana es expresión de una Iglesia joven en movimiento, encarnada en la realidad y en constante escucha y respuesta al clamor de la Tierra y de los empobrecidos. En Europa, encontró sectores de la Iglesia acogedores, comprometidos y convencidos del valor de la alianza misionera entre los pueblos del Norte y del Sur del mundo. Celebró el Tiempo de la Creación con la memoria y el cuerpo sangrantes, relatando tantas violaciones sufridas; al mismo tiempo, fue testigo de una obstinada esperanza, reconociendo signos de resurrección en los espacios de fraternidad y sororidad vividos, ¡que aún hoy manifiestan la presencia viva de Jesús en camino con los pueblos más sufrientes!