Reflexión sobre el documento Mensuram Bonam y los impactos de la minería

 

Un artículo de Afonso Murad, teólogo marista.

 

MENSURAM BONAM –  MEDIDAS BASADAS EN LA FE PARA INVERSORES CATÓLICOS: UN PUNTO DE PARTIDA Y UNA LLAMADA A LA ACCIÓN, es un documento vaticano que busca aportar principios religiosos y éticos para los inversores católicos. La premisa con la que se guía es determinante para los creyentes y personas de buena voluntad: dice que las inversiones basadas en la fe son una manera de practicar hoy el seguimiento de Jesús (MB 10).

El artículo que presentamos parte de un análisis del documento Mensuram Bonam (MB) y se enmarca en las propuestas que viene haciendo la Red Latinoamericana Iglesias y Minería, en el marco de la Campaña de Desinversión, para promover alternativas éticas en las inversiones de las organizaciones basadas en la fe. Este proceso es fruto de años de acompañamiento a territorios afectados por el modelo económico extractivista, con énfasis en las violaciones a los derechos humanos y de la naturaleza perpetrados por las empresas mineras, que, a su vez, ocupan importantes lugares como beneficiarios de inversiones en la economía mundial.

El documento Mensuram Bonam retoma las propuestas de la Doctrina Social de la Iglesia, que se inspira en los siguientes principios: la dignidad de la persona, los derechos humanos, el bien común, la solidaridad, la subsidiariedad y la participación, y el destino universal de los bienes de la tierra (MB 22-23). En este análisis se añaden otros principios actuales: justicia social, cuidado de la casa común, inclusión de los más vulnerables y ecología integral. Un aporte muy importante para estas reflexiones: por primera vez en un documento oficial, el Vaticano incluye la minería entre los sectores desaconsejados para inversiones éticas, por causa de los impactos crecientes de estos emprendimientos.

Mensuram Bonam nos propone que la Doctrina Social de la Iglesia tiene tres resonancias particulares para los inversores (MB 24):

– Escapar del «absolutismo fiduciario», la lógica cerrada de la ingeniería financiera centrada en las ganancias a corto plazo, que rechaza toda responsabilidad ética. Lo que en positivo implica: acoger el llamamiento a cambiar de visión y asumir responsabilidades éticas en las inversiones.

– Utilizar medidas basadas en la fe para animar a los grupos de la sociedad y de la economía que se comprometen a cambiar sobre la base de la ética (social y medioambiental). De ahí el llamamiento a desarrollar y profundizar en las mejores prácticas de responsabilidad social y medioambiental.

– Imaginar lo que se necesita y lo que es posible para un desarrollo humano integral y orientado hacia el futuro.

Para ofrecer eficazmente a las personas y a las instituciones cristianas criterios de inversión, el documento presenta un marco en el que cada principio de la Doctrina Social de la Iglesia se articula con las implicaciones para la inversión y preguntas para el discernimiento (MB 25).

Los imperativos proféticos de la fe se alinean cada vez más con las necesidades de justicia social y sostenibilidad. MB aspira a una nueva cultura de inversión, que combine el conocimiento técnico con la orientación ética de la fe.

El objetivo de este aporte es que los gestores de activos financieros no sólo busquen beneficiarse a sí mismos, sino que también cuiden de la sociedad y de la Creación con vistas al Bien Común (MB 32).

Reconocemos que adoptar una cultura de inversión diferente no es fácil. Requiere aprender y desaprender, cambiar supuestos y expectativas, y replantearse cuidadosamente cada etapa del proceso de inversión.

Una clave que permita avanzar en estos términos la tenemos en el mismo Papa Francisco y su metodología para leer los signos de los tiempos, que puede aplicarse a las inversiones basadas en la fe. Sus tres pasos son contemplar, discernir y proponer.

Esta metodología implica un proceso institucional que repiensa las inversiones financieras y plantea:

 

  • Formular una declaración de política de inversión financiera.
  • Revisar los parámetros de riesgo, para tener debidamente en cuenta tanto las condiciones financieras como las expectativas éticas.
  • Al adoptar objetivos coherentes con la fe, remodelar el sistema de razonamiento de la inversión. Las preguntas y los criterios de rendimiento repercuten en las estrategias y se convierten en un filtro para las opciones de inversión.
  • A partir de criterios coherentes con la fe, tomar decisiones más precisas sobre tipos de activos, valores, propiedades, emisiones y otras opciones de fondos.
  • Por medio del seguimiento y la evaluación de los progresos, invertir con seguridad para la institución y, al mismo tiempo, en linea con la visión y los valores de la fe.

La inversión financiera coherente con la fe es una trayectoria, más que una renta o una garantía de resultados fijos. Toda institución católica que utiliza recursos económicos para cumplir su misión se enfrenta a una doble responsabilidad: gestionar los recursos con prudencia y proporcionar apoyo económico a su misión.

A veces puede resultar difícil determinar si una inversión es socialmente responsable. La información no está disponible o es incompleta. Pero eso no puede impedirnos buscar inversiones éticas. Algunos dicen que «las inversiones éticas pueden poner en peligro la rentabilidad». Pues bien, la experiencia reciente demuestra que las inversiones social y ecológicamente sostenibles pueden ofrecer una rentabilidad final igual o superior a largo plazo los criterios éticos deben primar sobre la rentabilidad (MB 39-41).

La política de inversión es compleja y no puede dejarse en manos de una sola persona de la organización. Debe ser coherente con la gestión y el gobierno del instituto de vida consagrada o de la diócesis. Por ello, es aconsejable contar con un equipo asesor. La inversión de activos financieros (o patrimonio) debe tener en cuenta los posibles impactos inmediatos y a largo plazo, directos o colaterales, sobre las personas, las comunidades, el clima y la tierra, nuestra casa común (MB 41).

Elegir en qué organizaciones invertir no es una tarea neutra. Tiene que ver con nuestros carismas, nuestra espiritualidad y nuestra misión.

Propuestas desde la Red Iglesias y Minería:

– La minería es una actividad económica que en América Latina y el Caribe tiene un rostro oscuro y prácticas devastadoras. Incluso las empresas mineras que operan legalmente dejan tras de sí un rastro de destrucción. Las comunidades afectadas y la investigación científica señalan las consecuencias negativas de las actividades extractivas.

– Las empresas mineras se autoproclaman sostenibles, pero las medidas de mitigación (reducción de daños) y compensación son insuficientes para reparar los daños causados. Estos y otros impactos negativos sobre la naturaleza y los seres humanos, especialmente los más pobres, se justifican en nombre de un «progreso» que se garantiza para pocos privilegiados.

– La fe y la caridad cristianas nos llaman a cuidar nuestra Casa Común, don de Dios para todos. El Señor Jesús llama, hoy y siempre, a practicar la fraternidad como el mayor mandamiento. Y la minería, tal como se lleva a cabo en nuestro continente, muestra claros signos de lo que el Sínodo Panamazónico llama «pecado ecológico», que es también social.

– Invertir éticamente en el mercado financiero no es tarea fácil. Existe un grave problema estructural. El capitalismo global está cada vez más marcado por la «financiarización». En otras palabras, los que tienen dinero para invertir en el mercado financiero ganan más que los que trabajan en la producción de bienes y servicios. El economista Ladislau Dowbor lo llama «la dominación del capital improductivo» (Dowbor, 2019, p.9-34).

–  Varios de nuestros países tienen un tipo de interés elevado, que favorece a los «rentistas» y a las instituciones financieras, que efectivamente no producen nada.

– Papa Francisco, en la exhortación apostólica «La alegría del Evangelio» (Evangelii Gaudium), denuncia la especulación financiera y el poder absoluto del mercado, y pide a los gobiernos y a los responsables económicos que lleven a cabo una reforma financiera (EG 56-58,202,204).

Desde el punto de vista ético, es necesario tener una visión cristiana para hacer elecciones conscientes que no busquen sólo el beneficio. La institución eclesial debe elegir bien, formar, supervisar y evaluar el trabajo del equipo económico y financiero. Este equipo también debe estar en sintonía con las opciones de la Iglesia a favor de la justicia socioambiental (Laudato Si) y la promoción de la fraternidad y la amistad social (Fratelli Tutti).

* La red Iglesias y Minería ya ha conseguido varios signatarios de la Campaña de Desinversión y algunas congregaciones religiosas ya están analizando su cartera de inversiones para retirarse de los fondos que apoyan la minería. Otras congregaciones están experimentando con inversiones en actividades que realmente benefician a las personas y a la Madre Tierra, como las cooperativas de agricultura familiar

*Te invitamos a ti, a tu comunidad, a tu instituto de vida consagrada y diócesis a conocer y poner en práctica las «buenas medidas» que propone este documento de la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano. La red Iglesias y Minería está  disponible para acompañar este camino hacia inversiones éticas con justicia integral.  Consideramos importante ampliar nuestra acción a nivel nacional y regional. Contamos con el apoyo de la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos) y del CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana). Mensuram Bonam recomienda que el conjunto de inversiones a la luz de la fe, con criterios éticos definidos, sea compartido con otras instituciones e incluso empresas que adopten procedimientos sostenibles.

 

ARTÍCULO COMPLETO AQUÍ: https://iglesiasymineria.org/wp-content/uploads/2024/04/Coherencia-etica-en-las-inversiones-ES-18abr.pdf

Más sobre MESURAM BONAM: https://divestinmining.org/cards/