Una de las discusiones más interesantes respecto a los conceptos de territorio se desarrolló durante el proceso de construcción de la Carta Magna de Bolivia.

Sobre todo, por la necesidad de distinguir entre las ideas de tierra, en términos de acceso y aprovechamiento, y de territorio en sentido más amplio.

 

En el Artículo 403 de la constitución política de Bolivia quedó consagrado el derecho al territorio de la siguiente forma:

 

  1. Se reconoce la integralidad del territorio indígena originario campesino, que incluye el derecho a la tierra, al uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables en las condiciones determinadas por la ley; a la consulta previa e informada y a la participación en los beneficios por la explotación de los recursos naturales no renovables que se encuentran en sus territorios; la

facultad de aplicar sus normas propias, administrados por sus estructuras de representación y la definición de su desarrollo de acuerdo a sus criterios culturales y principios de convivencia armónica con la naturaleza. Los territorios indígenas originario campesinos podrán estar compuestos por comunidades. (destacado nuestro)

 

  1. El territorio indígena originario campesino comprende áreas de producción, áreas de aprovechamiento y conservación de los recursos naturales y espacios de reproducción social, espiritual y cultural.

 

Es importante mencionar que en estos artículos se mezclan las condiciones productivas del territorio junto al disfrute más allá de su uso exclusivamente material (cabe destacar el carácter etnocentrista de ambos artículos, al no otorgar en ellos derechos a la naturaleza como lo hace la constitución ecuatoriana, por ejemplo).

 

Territorio, en el marco de las discusiones previas a la constitución de Bolivia, destacaba las dimensiones inmateriales de las relaciones entre personas y un entorno vagamente delimitado, sobre todo cuando se trataba de indígenas no contactados.

 

Territorio implica entonces la relación entre comunidades y entorno físico, de la que derivan apreciaciones culturales tales como usos y costumbres, apegos espirituales, como relación inmaterial con los elementos. En esta visión se encuentran implícitos los derechos de los elementos del entorno tales como los cerros o Apus, los espíritus del agua y todo lo que tenga valor no material y preste soporte a la existencia de una cultura determinada.

 

En este contexto, la valoración de un espacio físico, más allá de su valor material, otorga el derecho a su defensa frente a su posible destrucción. La consulta previa debe respetar tales elementos y reconocer el derecho de comunidades a asegurar su conservación.

 

Postextractivismo

Opuesto a extractivismo, postextractivismo indica la superación de la extracción rápida y masiva de bienes comunes para la exportación (de acuerdo a la definición de extractivismo de E. Gudynas).

En el tema mega minero, así como en otros ámbitos “megas”, que caracterizan el extractivismo, se trata de cuestionar la extracción de minerales para un modelo industrial insustentable.

Gudynas plantea que la explotación minera es una amputación ambiental, en la medida que las mitigaciones son irrisorias y es imposible restaurar ecosistemas afectados por esta actividad.

 

La superación del extractivismo implica un camino que permita definir una extracción esencial, básica y en beneficio de la población local, con eventualmente la exportación de excedentes que disten de la orientación exportadora de bienes como la conocemos en la actualidad.

Implica a su vez el desarrollo de otras actividades sustentables que reemplacen la economía exportadora de enclave que ha caracterizado a los países exportadores de minerales.

En el caso de la minería implica también preguntarse ¿cuánta minería se puede realizar? sin afectar irreversiblemente ecosistemas y comunidades; ¿dónde se podría desarrollar la minería? ya que hay lugares como cabeceras de cuencas y otros ecosistemas sensibles donde se deben excluir actividades del impacto que implica la extracción minera.

¿Para qué hacemos minería? es entonces la pregunta que sigue, pues hoy la minería está al servicio de la especulación financiera, en lugar de poner en el centro las necesidades humanas fundamentales (como las define Max Neef).

 

Postextractivismo sería entonces un proceso que incluya una diversidad de aproximaciones que den cuenta de los problemas creados y alimentados por el extractivismo a través de los años y los resuelva, de la mano de iniciativas nacionales y locales que pongan en el centro las necesidades humanas fundamentales y/o el buen vivir.

 

Descolonización

Considerando el hecho que las culturas son el producto de las interacciones de los seres humanos entre sí, con el entorno y con otras culturas, podemos mirar las características de la propia cultura a la luz de las influencias de los procesos de colonización vividos en el Abya Yala.

Descolonización implica deshacerse de las influencias generadas por otras culturas para reivindicar el desarrollo de la cultura propia, de la identidad interrumpida y transformada.

En la medida que la cultura contiene elementos tan fundamentales como principios, ética, valores y orientaciones vocacionales, espirituales y de vida, nos preguntamos: la descolonización ¿es posible?

 

Si juzgamos elementos impuestos o adquiridos y provenientes de otras culturas como negativos, podemos vincular la descolonización a la eliminación de dichos elementos en el ejercicio de la recuperación de un proceso identitario interrumpido.

 

Sin embargo, podemos considerar que no todos los elementos aportados por otras culturas son negativos y por otra parte al afirmar que la evolución de las culturas son procesos permanentes, ¿cómo podemos discriminar que elementos desechar y cuáles conservar?

 

Colonizar en tanto acto humano y cultural (pues existe colonización en la naturaleza) puede ser visto desde una perspectiva evolutiva, considerando la adaptación como dinámica central y objetivo de la especie.

La colonización sufrida por las poblaciones del Abya Yala puede ser considerada funcional a los intereses mezquinos de los colonizadores. Orientadas por la codicia, la expansión del poder y la dominación, el resultado del proceso colonizador no puede ser considerado positivo.

De igual forma, los procesos neocoloniales, orientados por los mismos motivos, se transformaron en relaciones de esclavitud, dependencia, extraherción y degradación cultural.

 

Uno de los problemas mayores asociados a la colonización nos lo entrega Franz Fanon en su obra “Piel negra, mascaras blancas”, donde expone la apropiación de las relaciones coloniales (en África) por los propios colonizados, una vez expulsados los europeos del territorio y del ejercicio político.

 

No obstante, el esfuerzo por visualizar críticamente la propia cultura en un proceso de recuperación de principios y valores perdidos por la influencia colonial nos permite resituar discusiones respecto al temas como desarrollo, buen vivir, relaciones con la otredad, etc.

El camino de la decolonialidad permite reorientar las luchas sociales y políticas desde una perspectiva más propia, más autóctona, más originaria.

 

 

 

Autor: Cesar Padilla, Red Iglesias y Minería, octubre 2023