El Nodo Colombia de la Red de Iglesias y Minería se solidariza con la Mesa Ambiental de Jericó y todo el pueblo, por su resistencia al proyecto Quebradona: minería subterránea de cobre a cargo de la multinacional Anglogold Ashanti.

Jericó es un territorio biodiverso, de tradición y economía campesina.

Sus habitantes desean proteger el patrimonio ecológico y cultural para presentes y futuras generaciones.

Rechazamos la querella que criminaliza a las/os campesinos que han ejercido su derecho a la protesta social y a la veeduría para el cuidado de su territorio, el agua y la vida.

Hoy, 19 de septiembre, se realizó una nueva audiencia pública en el marco de la querella. El inspector de policía decidió suspender la audiencia y fijar una nueva fecha para el mes de noviembre. Ante este hecho, el mensaje de las/os campesinos fue claro: «Anglogold Ashanti, fuera del país»

La historia de Jericó y su lucha por salvar el agua

La población de Jericó manifestaba el rechazo a la pretensión del gobierno nacional y departamental por imponer una actividad que jamás ha sido ejercida en las de 19.300 hectáreas de Jericó dedicadas desde su fundación en 1850 a la agricultura y ganadería, en especial la siembra y cosecha de café.

Ya desde la instalación de las primeras plataformas de perforación se pudo evidenciar lo que significaba la minería para un pueblo pacífico y de valioso legado cultural, que basa su subsistencia en la producción cafetera y de frutales, en el turismo gracias a la conservación del paisaje, la arquitectura y por ser Jericó la cuna de la santa madre Laura.

En primer lugar, se sufrió la merma de caudales de los nacimientos de agua por las perforaciones que alteraron el flujo de aguas subterráneas, motivo que llevó a los campesinos del corregimiento Palocabildo a bloquear el acceso de vehículos de la minera el 20 de septiembre de 2013 y dejar clara la determinación campesina de impedir las actividades de exploración en varias de las veredas del corregimiento.

 

Segundo, la división en las comunidades rurales que habían permanecido unidas, pues quienes trabajaban para la empresa por temporadas en actividades de campo, generalmente defendían con vehemencia la multinacional que les proporcionaba salarios estables y la ilusión de un trabajo ambiental y socialmente responsable, mientras la mayoría de las familias campesinas entendían el grave peligro que se cernía sobre ellas. Es así como las comunidades se han dispuesto a proteger el territorio sin reparar en los sacrificios que eso represente, lo cual se expresa en marchas, bloqueos al tránsito de vehículos de la empresa, caminatas por la zona de exploración a pesar de los obstáculos puestos por vigilantes, policía y soldados, asambleas, foros, cabildo abierto, talleres, debates, etc.

La mesa ambiental de Jericó había identificado unos dos años antes del inicio de la instalación de plataformas, cuál era la mayor amenaza para el municipio en el ámbito ambiental y social y venía participando del espacio de articulación de diferentes movimientos en el suroeste por la defensa del territorio frente al extractivismo, el cinturón occidental ambiental (COA). Desde aquí se promovieron acciones de formación, denuncia y movilización ciudadanas contra la minería en distintos municipios, incluso una correría durante siete días del mes de noviembre de 2012 por varios pueblos llevando el mensaje de unión por la protección de nuestros patrimonios naturales y culturales llamado un abrazo a la montaña.

 

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