La III Caravana por la Ecología Integral ha hecho su parada en Roma. En el marco del inicio del Sínodo de la Sinodalidad este grupo de peregrinos llegan al Vaticano, para afirmar con la iglesia que es urgente una gran articulación eclesial, un diálogo horizontal y sincero entre las iglesias del Norte y del Sur Global, para defender la vida, la Casa Común, el agua, los derechos humanos y de toda la creación, la seguridad alimentaria, el futuro.

Los participantes de la III Caravana pudieron estar presentes en la misa de la Liturgia del Perdón, previa al inicio del Sínodo y que fue presidida por el Papa Francisco, donde ha hecho énfasis en las poblaciones que más sufren, migrantes, pueblos indígenas, en quienes son víctimas del extractivismo y de tantas masacres que han ocurrido por siglos. “Nos hace también una invitación a avergonzarnos por esas heridas, a reconocerlas y en el perdón,  hacer un signo de paz para caminar en  perspectiva del amor, la solidaridad y la fraternidad” comenta Joan Jara miembro de la Caravana, luego de la celebración.

Conectar puentes entre el Vaticano y las comunidades martirizadas

Los días en Roma han sido con agendas muy agitadas para lograr entrar en diálogos constructivos con diferentes instancias de la Iglesia. El pasado 2 de octubre, la delegación de la III Caravana por la Ecología Integral tuvo un encuentro con el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, de donde el P. Enrique Gonzales, religioso camilo miembro de la Comisión Episcopal de Acción Social del Perú y de la comunidad ecoespiritual de la Red Iglesias y Minería, resalta que “se ha sentido una predisposición para escuchar y empatizar con el sufrimiento que están trayendo desde los territorios martirizados” desde la Caravana, se comparten propuestas de caminos concretos para seguir generando lazos de cooperación. Una de ellas es la Desinversión en Minería, como una respuesta práctica de hacer vida la Doctrina Social de la Iglesia, la Laudato Si, el reciente documento Mersuram Bonam que justamente habla sobre inversiones éticas y moralmente adecuadas, donde se menciona que las actividades que violentan la dignidad de la creación y de los pueblos que la habitan, no pueden ser consideradas beneficiarias de las inversiones financieras de las organizaciones de fe. Otra de las propuestas que se entablan desde la Caravana es el  crear comunidades  de fe, solidarias con estos territorios martirizados por la minería, creando lazos de acompañamiento, de incidencia, de impulso de sus propuestas propias.

Horizontes de apuestas comunes para salvar la Casa Común

El tercer punto en el que se enfatiza es, en pensar niveles de incidencia conjunta, de apuestas en comunión en espacios donde confluyen las miradas y los esfuerzos globales, donde la Iglesia tiene una palabra que decir.  Para la COP30 es necesario hacer planteamientos conjuntos que recojan los clamores del Sur Global y que se articulen a apuestas de conversión con el Norte Global.  “En el Dicasterio para el DHI, nos han dicho que quieren ser un puente entre América Latina, las comunidades afectadas y el Vaticano,  han sido espacios ricos en diálogo y escucha, también se han interesado en cómo dar continuidad a las caravanas, tener una agenda de seguimiento para cada año y también dieron algunas recomendaciones de cómo incidir más con su presencia en las experiencias futuras.

 

La espiritualidad de la resistencia

En todos los momentos que se han tenido no se ha dejado de mencionar la vida  el martirio de hermanos, como Juan López, de Honduras, miembro de la Red Iglesias y Minería, asesinado días antes de que inicie este recorrido. La vida de quienes defienden el agua, los ríos, las montañas, las siembras y las cosechas, las nuevas generaciones, está en el centro de la espiritualidad de la Caravana. En oración y acción, para traer lo más profundo de lo que motiva esta presencia en Europa, y que sea ese espíritu el que sea capaz de iluminar y conectar en comunión a las Iglesias del Sur y del Norte, concluye el P. Enrique.