Tenemos en la memoria a nuestro hermano Juan López, defensor de la vida y los ríos, de las montañas y los campos, celebrador de la palabra, hermano, amigo padre y esposo. Este año 2024, hemos sido de la violencia criminal del sistema extractivista con su asesinato, vinculado directamente a causas de las acciones valientes y proféticas de Juan, en defensa de los territorios hondureños.
Desde la Red Iglesias y Minería hacemos un recorrido memorioso por este 2024, donde en casi todos los países de nuestra región latinoamericana, la presencia minera se ha incrementado o ha buscado incrementarse instaurándose por la fuerza, la violencia y el despojo. Hemos visto leyes criminales con el medio ambiente fortalecerse en la región, amparadas por el poder político que sostiene un modelo extractivista plagado de corrupción e intereses empresariales, que dejan solo miseria y división en los pueblos impactados. El modelo minero encuentra cada vez nuevos discursos y narrativas para afianzarse y esconderse tras formatos capitalistas con engaños verdes, que aún logran confundir a los pueblos, en una complicidad ambiciosa de los gobiernos de turnos y un aparataje estatal que no piensa en su gente, sino que favorece al capital transnacional.
Violencia extractiva minera en aumento y con nuevos rostros
El 2024, ha sido muy duro para muchos territorios que se han levantado en resistencia, que han sido criminalizados, perseguidos, judicializados, como han sido los casos de Palo Quemado en Ecuador, Tía María en Perú, Jacobacci en Argentina, el Bio Bio en Chile y la lamentable reciente noticia de el Salvador, donde el congreso oficialista, ha derogado la única ley en el mundo que prohibía la minería metálica y protegía la vida, eso por nombrar unos pocos casos.
Este 2024, han crecido también alarmantemente las presencias criminales ilegales, vinculadas a la minería, no solo en actividades denominadas «ilegales» sino que también favoreciendo en despojo para la ocupación minera de concesiones mal llamadas legales. El crimen organizado está cooptando gobiernos en todos los niveles, amenazando y generando terror en las resistencias, que enfrentan una amenaza que no es nueva, pero que sí se está incrementado.
Enfrentar la minería desde la espiritualidad de la esperanza
Pero desde todas las comunidades, instituciones, organizaciones de fe que conformamos la Red Iglesias y Minería, sabemos que la muerte no tiene la última palabra, que el miedo y el engaño sobre el que se cimenta el modelo minero, tiene una fuerte enfrentamiento con miles de comunidades y territorios que no se resignan a entregar sus sembríos, sus fuentes de agua, su lucha comunitaria a favor de un sistema que no dejará nada para el futuro.
Las iglesias comprometidas con la defensa de la vida, han tenido una ardua tarea en fortalecer la esperanza, en promover articulación, en denunciar la injusticia. Su rol en este 2024, ha sido fundamental para acompañar y dar impulso a la resistencia de muchísimos territorios defendiendo el presente y el futuro, y para ello también ha sido fundamental el diálogo Norte – Sur, que permite una relación fraterna que potencializa la lucha por la vida.
Auguramos un 2025, que no será fácil para lograr territorios libres de minería, pero donde será posible la esperanza, donde se fortalezca la espiritualidad de la resistencia, que se sostiene en la fraternidad que traspasa fronteras.
Que las espiritualidades de los pueblos latinoamericanos sean el fuego que anime la lucha por la libertad, que el Dios de la vida, nos siga guiando y que el sentido de Red, siga siendo una respuesta cotidiana frente al despojo.
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