Memorias del encuentro Fraterno de Obispos de América Latina. Iglesia y minería.

Panamá, 2024.

En tierras panameñas se realizó el primer encuentro de obispos que están afectados en sus territorios y población por el extractivismo minero, que sigue destruyendo y sangrando estas tierras latinoamericanas. Este encuentro fraterno entre obispos, se desarrolló del 7 al 11 de octubre del 2024, por iniciativa de la Red iglesia y minería, el apoyo local de la REMAM, Pastoral Social del arzobispado y Cáritas, siendo los principales anfitriones la Conferencia Episcopal de Panamá.

Como miembro del equipo facilitador de este encuentro, puedo dar fe, que se realizó en un ambiente fraterno, jovial y sencillo, con un Espíritu que nos unió y apasionó en la defensa de la casa común. Quiero testimoniar que nunca había trabajado por varios días con obispos, experimentando ser pueblo de Dios, como hermanos y discípulos movidos por el evangelio, que buscamos cuidar y defender la creación. Fue un encuentro inspirado por la espiritualidad de la Encarnación, iluminados por la eco-teología y la eclesiología sinodal. Este tiempo nos permitió encontrarnos como hijos e hijas del Padre Creador, confirmó nuestra convicción en el seguimiento de Jesús, que nos impulsa a mantener una práctica liberadora y sanadora, experimentando que somos un pueblo que camina en la historia defendiendo y cuidando la creación.

Esperanza que surge de los pueblos en resistencia al extractivismo

Todo el sentir y pensar que surgió en los diferentes momentos, permitió mirarnos con sinceridad, sencillez y acogida, en un sentido fraterno, compartiendo los anhelos esperanzados de ver los territorios libres de la extracción minera, de la destrucción y contaminación de los bosques, el agua y la biodiversidad. Esta esperanza surge de escuchar el grito y ver la resiliencia de los pueblos que están en los territorios, principalmente los pueblos ancestrales que son la memoria y el testimonio fehaciente que se puede convivir y habitar juntos con la creación, acogidos por la Pachamama.

Los obispos compartieron a corazón abierto, sus momentos de soledad y dolor, de angustia y desesperanza, de tristeza y frustración que trae la avasalladora maquinaria destructiva del extractivismo minero en los pueblos y territorios donde están sus diócesis. Estos días fuimos testigos de ver pastores que sí están dispuestos a seguir acompañando al pueblo en la defensa de sus territorios; a pastores que han decidido quedarse siendo hermano, amigo y padre de miles de personas que tienen esperanza de que llegue, “un cielo nuevo y una nueva tierra”, donde brille el sol de justicia, se establezca la equidad y vuelva la alegría a todas las criaturas.

Estos días de encuentro, se cerraron con un espíritu profético, que impulsa con audacia y creatividad, con libertad y pasión a seguir caminando con los pueblos que están en los territorios defendiendo la creación de las empresas mineras, que violentan, militarizan y contaminan “la hermana agua, el hermano viento y la hermana madre tierra”, como lo canta san Francisco de Asís.

Mártires de la defensa de la Casa Común como continúa fuente de indignación e inspiración

Un espíritu profético, que surge de la memoria viva de tantos hombres y mujeres que se les arrebató la vida por defender la casa común. Son los mártires por la creación, quienes hoy se han multiplicado en muchos corazones, “son los que han salido de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero” Ap 7,14. Estos son algunos de los nombres que nos siguen convocando: Berta Cáceres, Juan López, Margarita Murillo, Alberto Cucul Cho, Medardo Alonzo Lucero, Abel Raymundo, Marcelo Rivera, Dora Sorto, Ramiro Rivera, David Urías, Phanor Guazaquillo y los 79 defensores asesinados en Colombia, y los 25 asesinados en Brasil en el 2023.[1]

Seguimos iluminados por la memoria de tantos mártires por la creación o la “hermana madre tierra”, son muchos pueblos que se están levantando contra el extractivismo que mata, violenta y destruye la vida en estas tierras de América Latina, tan sangrada, explotada y conquistada por la “sed del oro” que sigue moviendo la ambición de grupos de poder político, económico y militar, usando como “buen caldo”, la corrupción de los políticos de turno en los gobiernos de estos países.

Estos obispos, se mostraron y se encontraron como hermanos, así como lo estableció Jesús, el Maestro y Señor de la vida. Entre los principales desafíos están:

  • fortalecer la organización de base y los liderazgos en agentes de pastoral en la defensa de los territorios,
  • acompañar las comunidades amenazadas por el extractivismo minero,
  • defender abiertamente la biodiversidad, los bosques, el agua y los territorios con sus pueblos; sobre todo,
  • sistematizar profesos formativos de eco-teología dirigida a los seminaristas, para que sean pastores y hermanos que luchan a la par de su pueblo en defensa de la creación.

Los obispos confirmaron el compromiso, de seguir acompañando a la iglesia latinoamericana que es servidora y evangelizadora, en una definida opción por los empobrecidos, comprometidos en su liberación en un solo canto litúrgico con toda la creación, como lo hizo san Francisco en su “cántico de las criaturas”.

Todos los días del encuentro nos animaba el gritó: ¡Panamá vale más sin minería! ¡Ecuador vale más sin minería! ¡Brasil vale más sin minería! ¡Perú vale más sin minería! ¡Guatemala vale más sin minería! ¡Honduras vale más sin minería! ¡Colombia vale más sin minería!

René Arturo Flores, OFM

[1] Global Witness.