¿Cómo le dices a tu hija que por haber nacido en donde ha nacido, está ya condenada a la intoxicación y la muerte? Cómo puedes vivir en paz, cuándo sabes que tus hijos tienen que jugar respirando aire envenenado? ¿Cómo les dices, que deben permanecer ahí, porque es la tierra donde siempre han vivido, donde han aprendido a trabajar, donde están todos sus lazos?

La historia de Zoe, debe dolernos a todos. Tenía 12 años y cuando nació en Cerro de Pasco, Perú, su pueblo, ya se registraban graves daños al ambiente en el que vivía y se desenvolvía la población. Este poblado, que se visualiza como un inmenso hueco en la tierra, ha sido declarado como una zona de sacrificio en América Latina según la ONU y según estudios de la Organización Mundial de la Salud los niveles de metales pesados sobrepasan en cientos de veces los límites de seguridad nacionales.

Sus padres hicieron de todo para salvar a su hija, gastaron todo lo que tenían, y más allá de lo que tenían buscaron medios económicos, para que su hija pueda recibir un tratamiento. Siendo una de las localidades que más ganancias le representa al Perú, sus pobladores, con una abrumadora mayoría enferma, intoxicada, debe recorrer kilómetros de distancia para acceder a atención médica, que aún así no es especializada y tampoco con acompañamiento recurrente. La atención médica para los habitantes de Cerro de Pasco, así como en todos los lugares de extracción minera, es desastrosa y una deuda histórica, que a las autoridades y las empresas explotadoras, no les interesa atender, aún pese a los reclamos, insistencia y demandas de las víctimas de esta operación minera.

Dejaron a morir a Zoe por su indiferencia y negligencia

El estado, con sus gobiernos de turno, una y otra vez ignoraron que Zoe y cientos de niños más,  vivían con esta intoxicación crónica por culpa de su negligencia, de su indolencia, de su irresponsabilidad. La empresa Volcán que es la responsable del desastre en esta zona, de origen peruano, que desde el 2017 tuvo  más de 50% de sus capitales en manos de la gigante anglo – suiza Glencore y actualmente mayoritariamente con capitales argentinos a cargo de la firma Integra Capital; informa en su página web que cumple con los estándares ambientales y de responsabilidad social. Su emporio de destrucción ha crecido cada año, a costa de la vida de las personas.

Zoe sufrió mucho. Su calidad de vida mermaba todos los días. Zoe ha dejado el vacío en su familia, pese a la lucha incansable de sus padres y vecinos. A los niños de Cerro de Pasco les une la desgracia heredada desde tiempos de la colonia. Según versa una investigación de enero 2024, publicada por el portal Mongabay,  los niveles de coeficiente intelectual de los niños que viven en Cerro de Pasco se han visto afectados significativamente por la exposición a metales pesados.

Los estudios de la ONG Source publicados el pasado agosto, encontraron concentraciones extremadamente altas de metales pesados como plomo, arsénico, mercurio y cadmio en el agua, el suelo y el aire, así como en la comida y en los espacios públicos que son usados principalmente por niños. Estos elementos (arsénico, cadmio, plomo) son conocidos en el mundo médico por provocar cáncer y otras enfermedades. Los niños de Pasco están envenenados, hay empresas (Volcán, Glencore)  y un estado responsables de envenenarlos.

Viven con anemia crónica, los metales que tienen en su cuerpo provocan problemas serios en las infancias, que son las víctimas más sufrientes en este escenario. Lesiones nerviosas y cerebrales, dificultades de aprendizaje, problemas en el comportamiento, problemas renales e infertilidad. Cuando se respira en altas dosis, el cadmio puede dañar los pulmones y puede ser mortal; el manganeso puede desencadenar enfermedades neurológicas similares al Parkinson.

La investigación de Mongabay además informa que las fuentes de agua, son focos de este envenenamiento, reflejando en arroyos como el de Quiulacocha, que atraviesa la ciudad,  hasta 3200 veces más cadmio que el límite máximo permitido en Perú. ¿Nadie controla a las empresas mineras? Nadie exige que cumplan con los estándares de gestión ambiental y social? Qué hay detrás de esta complicidad estado – empresas?

Zoe no pudo continuar con sus sueños, y muchos de sus amigos, atraviesan aún circunstancias similares, ahora descansa sin ese dolor corporal que la afligía tanto. Su familia, sus vecinos, la Plataforma de Afectados y Afectadas por Metales Tóxicos en el Perú, seguirán incansablemente luchando por justicia, por atención, por que la indiferencia y la inoperancia de las autoridades políticas en el Perú deje de asesinarlos, viéndolos morir lentamente envenenados.

Esto es lo que hace la minería, un hueco que absorbe todo lo que toca, todo lo que está a su paso, sacrificando vidas y sueños.