A pocos días para que recibamos la tan esperada Exhortación Apostólica del Papa Francisco, ya la anticipación del título “Querida Amazonía” nos da un aire de esperanza, que va a ser una exhortación que no solo recoge todo el trabajo importantísimo de preparación del Sínodo para la Amazonía, sino que da un paso más adelante. Sin duda nos llenará de esperanza y reafirmará la urgencia de un mundo con justicia y paz.  Afirma Moema Miranda, laica franciscana y asesora de la REPAM, que participó en todo el proceso del Sínodo Amazónico.

Desde su rol en la coordinación de la Red Iglesias y Minería, Moema Miranda, indica que el propio título de la exhortación papal “Querida Amazonía” revela cómo el Papa retoma lo que ha sido un elemento esencial de todos los principales documentos publicados por él: “ese énfasis en la afectividad y en la relación. Una relación amorosa entre todos y todo. Esa posibilidad de recreación de vínculos profundos, recreación de vínculos amorosos que el tiempo tan duro de la modernidad, principalmente este tiempo destructivo del capitalismo que transforma todo en mercancía. Ese es el gran diferencial de lo que ha sido el pontificado del Papa Francisco. Esa posibilidad amorosa”.

“Es bueno que escuchemos lo que él está clamando sobre la urgencia de promover otro tipo de economía. Lo que algunos llamamos “Economía de Francisco”. Ese reordenar la economía, esa necesidad de retomar lo afectivo y lo amoroso, de un vínculo de amor no romantizado o infantilizado, ni transformado en un mero gesto dentro de la sacristía, sino de una relación que nos compromete, que nos vuelve responsables con los otros, con nosotros mismos y con el conjunto de la Creación, de la cual somos parte. Eso es, lo que podemos anticipar de la próxima exhortación del Papa”.

Para la brasileña Moema Miranda, el proceso sinodal y el propio Sínodo Amazónico mismo fue para todos quienes vivieron ese tiempo, quienes estuvieron adentro y quienes estuvieron afuera, y para quienes acompañaron en oración, un gran momento de comunión: “una inmensa comunión entre quienes participamos en la Sala Sinodal con todas las personas que en muchos lugares estaban en oración. Una comunión que comenzó ya en el largo proceso de preparación y de consulta. Todo eso fue lo que nos permitió sentir la presencia del Espíritu Santo, del Espíritu transformador. Una presencia con una potencia inmensa, que nos ayudó en los debates y en la elaboración de las propuestas en el Sínodo”.

“Por todo esto, es que nosotros anticipamos y esperamos que, en la Exhortación del Papa, se concrete el amor. No un amor como un gesto abstracto, no un amor por encima de todos, sino un amor super encarnado, ese amor por la Amazonía, por las personas y por la naturaleza”.

“Pero, ese amor por las personas y por toda la selva amazónica, será también un amor por todo el mundo. Porque la Amazonía no es un fin en si misma, como lo dicho el propio Papa Francisco: “Las flores no tienen el perfume para ellas mismas”, la Amazonía tampoco vive para si misma, sino para toda la humanidad. La Amazonía se conecta con todo el mundo, por sus diversos servicios ambientales tales como el aire, las aguas, la biodiversidad, como la llaman los ecólogos y que para nosotros son los dones universales de la Amazonía”.

“Entonces, desde la Red Iglesias y Minería y desde el conjunto de la Iglesia, nosotros estamos esperando con mucha expectativa y conmovidos esta exhortación, en momentos en que la Amazonía esta siendo devastada y abierta a las empresas mineras, inclusive en las tierras indígenas, como viene sucediendo en Brasil. Esperamos que la exhortación nos fortalezca en la fe y en la lucha por un mundo con justicia y paz”, concluye Moema Miranda.