Megaminería en la Patagonia: entrevista al salesiano Antonio Sánchez
Telsen es una pequeña localidad ubicada a unos doscientos kilómetros al oeste de Trelew, donde comienza la meseta central de Chubut. El 20 de febrero, su habitual serenidad fue interrumpida por la llegada de numerosas autoridades públicas. ¿El motivo? La realización de una cumbre para relanzar a la megaminería como estrategia de desarrollo para la región, una de las más postergadas de la Patagonia.
“Escuché toda la propuesta. Hasta que no aguanté más y pedí la palabra: les dije que estaba en contra de la represión, de esta forma de diálogo unilateral y en contra de la megaminería. Y que GanGan, el pueblito donde yo vivía, iba a desaparecer”: el padre Antonio Sánchez Lara es misionero salesiano y desde hace cinco años vive en la meseta, trabajando junto a religiosos y voluntarios por el desarrollo humano de los jóvenes de esa zona.
Ese día estuvo presente junto a otros grupos que se manifestaron en contra de la megaminería. “Estuve defendiendo la paz, porque había ciento cincuenta efectivos policiales que comenzaron a empujar a los manifestantes —comenta—.De los que tenían permiso para entrar, solamente me dejaron pasar a mí”.
¿Cuál es el proyecto minero que se está impulsando?
Es el proyecto “Navidad”, que tiene unos diez o quince años y por el que han pasado varias empresas. Dicen que es el segundo yacimiento de plata y plomo más grande del mundo aún sin explotar. Como los minerales están diseminados, no en vetas, justifican la megaminería con explosivos y después con ácidos para separar la tierra y el mineral.
A la gente de la meseta le prometen que van a tener trabajo y dinero. Se han dedicado a ser benefactores, a comprar voluntades. Si había un problema en el hospital, ellos llevaban la plata. Si había un problema en alguna familia, el gobierno les decía “vayan a la minera”. Si había una fiesta popular, ellos estaban.
Esta zona no es el tercer mundo: es el cuarto o el quinto.Un lugar olvidado de todos, a cuatrocientos kilómetros de la ciudad más cercana. Somos alrededor de dos mil quinientas personas en un territorio muy amplio. Y se justifican en que no hay habitantes, que no hay animales y que el campo produce poco para que la única solución para el desarrollo sea la megaminería. Aranguren —Juan José, ministro de Energía y Minería de la Nación, presente en la asamblea—dijo que se justificaba totalmente hacer el proyecto porque viajó en camioneta desde Trelew y en el camino no vio absolutamente nada.
Entonces, frente a una realidad tan postergada, ¿por qué el rechazo al proyecto?
Lo primero que pensamos es en el saqueo. La ley de minería nacional exige dejar solo el 3% de los ingresos para el Estado, y los exime de pagar impuestos por varios años porque sacan el producto por el puerto de Madryn.
“El derecho sobre pueblos originarios dice que tiene que una consulta previa a las comunidades nativas, y eso no ha sucedido”.
El uso del agua es muy necesario para extraer y transportar los minerales. Pero aquí no tenemos ningún recurso hídrico superficial. El agua que utilizamos es subterránea. En la meseta central norte hay un acuífero totalmente puro, que está debajo de este proyecto. Sabiendo de la escasez mundial de este recurso, y más en la provincia de Chubut, donde hemos estado viviendo años de sequía, de mortandad de animales y degradación de la tierra…si la megaminería comienza a utilizar y contaminar el subsuelo, nos quita la única posibilidad de agua para vivir.
Por otra parte, están diciendo que quieren traer a cinco mil personas a trabajar, de golpe, a un pueblito de novecientas. Ese lugar pierde absolutamente su identidad, su cultura. Va a ser una especie de “Lejano Oeste”, donde el que manda no va a ser el Estado, sino las empresas mineras.
Y por último, uno de los elementos por el que nosotros levantamos la voz, es por las comunidades aborígenes.Son nueve que están alrededor de este proyecto. Tanto el convenio 169 de la Organización Mundial del Trabajo como el derecho internacional sobre los pueblos originarios dice que lo primero que tiene que haber en este tipo de emprendimientos es una consulta previa a las comunidades nativas, y eso no ha sucedido.
¿Qué significa para su vida de sacerdote trabajar junto la gente de la meseta?
Para la gente sencilla, la presencia del sacerdote es la presencia de un Dios que los acompaña, los orienta y los defiende, y al mismo tiempo los quiere. No es solamente elevar el pan o el cáliz, sino acompañar la vida de cada uno de los pobladores, especialmente de los más humildes y sencillos. En la meseta estamos abandonados de todo. Es totalmente duro. Ser sacerdote ahí es vivir la vida de ellos, soñar con ellos y alegrarnos con ellos. No es todo tristeza.
Para mí es lo más grande que he podido vivir. Yo me siento más sacerdote cuando me duele la espalda que cuando me duelen las rodillas, porque estoy trabajando con ellos. Quizás otros tienen otras experiencias, pero yo no puedo. Por lo menos hasta que me dé el cuero.
Una lucha que viene de lejos 
En 2002, la empresa Meridian Gold se presentó frente a los vecinos de Esquel, en el oeste de Chubut, con un proyecto que prometía empleo y desarrollo a través de la extracción de oro. Para lograr ese cometido, necesitaría utilizar enormes volúmenes de agua y cianuro.
A fines de 2002, los habitantes se organizaron en asamblea. La acción más significativa fue la convocatoria a plebiscito aprobada por el Consejo Deliberante en 2003, donde el 82% votó en contra de la minería. Ese mismo año se aprobó la ley provincial N° 5001, que prohíbe la actividad minera a cielo abierto y el uso de cianuro.
Por Santiago Valdemoros • redaccion@boletinsalesiano.com.ar
Boletín Salesiano, abril 2018