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Escucha Sanadora: una respuesta de esperanza para la defensa de defensoras y defensores

La Red Iglesias y Minería – RIM está buscando cómo estar presente acompañando los dolores, miedos, angustias, de quienes todos los días enfrentan la amenaza y la muerte, por defender sus territorios y el futuro colectivo.

Como una respuesta concreta se ha iniciado con el taller de Escucha Sanadora, como experiencia piloto de la estrategia de incidencia de la Red Iglesias y Minería para la defensa de defensoras. Este proceso ha sido liderado por el Nodo Perú, que ha conformado un comité de desarrollo de la metodología e implementación de la experiencia.

“No queremos duplicar esfuerzos, o hacer algo que otros ya están haciendo, nuestra vocación como iglesias es estar presentes, acompañar, escuchar, promover el cuidado como una respuesta a tanta violencia, ayudar a sanar” (Nancy Fuentes, facilitadora y miembro de la RIM)

Participaron libremente en este espacio mujeres defensoras con características comunes: compañeras que han pasado por un impacto fuerte en su defensa, muchas tienen problemas de salud a raíz de la exposición a la minería, personas que nunca tranzaron con las empresas ni el estado, mujeres que sufren hostigamiento y amenazas. «Por esto mismo, muchas veces hay desconfianza de abrirse», comenta la facilitadora.

 

¿Cómo llegar como iglesia, cómo ayudar a tejer relaciones?

Como Iglesia logramos una presencia territorial cotidiana, constante, que es interpelada por la creciente violencia vinculada a la defensa de la naturaleza y la identidad cultural enraizada en una profunda relación con la tierra, el agua, la montañas, los ríos y todos los seres que habitan en ellas. Estas relaciones son las que sostienen la resistencia de mujeres, hombres, niños, abuelas, que abrazan esta lucha, que trasciende su humanidad y transciende tiempos y espacios. Reconocer estas relaciones, reconocer que esta fuerza es la que le da sentido a la defensa de los territorios, ha sido un descubrimiento que ha marcado el trabajo pastoral en muchos casos.

Por ello, desde la Red Iglesias y Minería, se ha desarrollado este espacio, para abrazar la vida que se entrega a diario, por defender lo sagrado de los territorios en disputa.

Promovimos espacios de mística y espiritualidad, de rescatar esa búsqueda de relación con la tierra. El contacto con el cuerpo, abrazos, apapachos. «Elegimos escalar un cerro juntas como inicio de las jornadas. Subimos de una manera y bajamos distinta,  ayudándonos, acompañándonos…” explica el equipo facilitador del proceso de Escucha Sanadora.

Esta experiencia reveló una necesidad muy grande de abrir espacios para escuchar: No buscábamos nosotros escuchar, solamente, sino que entre ellas se escucharan, comenta P. Quique González, miembro del equipo metodológico.

Escuchar, apapachar, poner el¿n común, permite ir curando heridas: «Es un cuerpo adolorido, pero también un cuerpo lleno de esperanza»

«Este es el dolor que traigo y se los quiero contar». Con mucha confianza, con mucha apertura, con mucho cariño se abrió un camino de confianza y seguridad. No fue posible quemar todos los dolores que se sacaron, pero sí desde el amor y la resiliencia.

Los  cuerpos de las mujeres, son territorios heridos y despojados en el proceso extractivista, desde esta relación del Cuerpo – Territorio y mediante el arte reconocieron cómo se afecta con la minería el cuerpo y el ser persona.

El espacio de intercambio, promovió estas reflexiones, sobre relaciones intrínsecas y ya existentes en las mujeres,  el cuerpo – territorio: este cuerpo, es el territorio también: donde está el agua, en donde están los cerros, donde está la afectación. En dónde colocas la mina en la mujer? En el útero, el agua, venas, la sangre, sus penas, sus dudas, sus afectaciones físicas. Luego ellas se plasmaron en unos cuadros hermosos, pero a la vez dolorosos, y el momento se cerró con un ejercicio donde ellas colocaron sus dolores, como ofrenda a la Madre Tierra.

«Lloraban con ella y  entre compañeras, se apapachaban, se acogían unas a otras en el dolor» explica Nancy Fuentes, que también es miembro del Nodo Perú de la RIM.

En el segundo encuentro se abrió una segunda fase de sanación, de resiliencia. «Qué es eso que tenemos, eso para seguir vivas».  En los mapas de cuerpo – territorio, se fueron poniendo ya no los dolores, sino lo que les permite resistir y seguir. Fueron dibujos llenos de color, de pajaritos, de detalles, pero es un trabajo que tiene que seguirse sosteniendo,  los dolores al ser tan profundos y antiguos, siguen emergiendo.

Un aporte al cuidado de la vida de las defensoras y defensores 

Ellas y ellos ponen el cuerpo, hay que prepararse legalmente, tener estrategias, tener protocolos, pero en muchos casos, no se se ve la situación afectiva, espiritual, y esta es una forma de ayudar a que se saquen todas esas cargas. En este camino de las defensoras,  hay mucha violencia, mucha soledad, otros elementos que hace que esta persona, lo esté pasando mal, en muchos casos se quedan solas y con secuelas depresivas, dialoga el equipo metodológico que ha implementado los talleres.

Para la Red Iglesias y Minería este trabajo es fundamental, una clave de las resistencia es mantener estos cuerpos, estas mentes sanas. Existe una sobrecarga muy fuerte, un desbalance espiritual, el dolor, la carencia, y también traer este dolor físico que tienen los cuerpos.

Nos debemos hacer la pregunta fundamental, preguntamos, cuál es nuestro aporte a todas estas afectaciones. ¿Cómo estamos preservando estos cuerpos de la resistencia para que continúen haciéndolo?

Queremos promover redes de cuidado, grupos de autosanación, no podemos considerar a los defensoras y defensoras como  super mujeres o super hombres, tenemos un cuerpo finito. Nuestro cuerpo y nuestro espíritu están conectados.

No solo eso, estamos aportando a tejer un canal… «Ha sido preciosa la relación que se ha tejido, ahora se han creado lazos, en ellas se mueve el espíritu, que ahora es una red de protección».

El proceso que se impulsa desde la RIM, se planifica continuar en otros territorios en América Latina y también aportar con un manual que pueda guiar la metodología.

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