Es una publicación del Comité Nacional en Defensa de los Territorios Frente a la Minería, en colaboración con la Red Iglesias y Minería

 

Autores: Bruno Milanez, Daniele Costa, Luiz Jardim Wanderley

IDEAS FUERZA:

  • Si bien las investigaciones internacionales incluyen las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) vinculadas a la logística en el cálculo de las contribuciones del sector minero para el cambio climático, los estudios realizados en Brasil no suelen incorporar esos valores.
  • Cuando se estiman las emisiones de GEI de commodities minerales, no incluir las emisiones relacionadas con la logística puede generar resultados subestimados para la “huella de carbono” de estos productos.
  • Entre 2016 y 2020, Brasil exportó el equivalente al 60 % de todo el mineral de hierro extraído en el país, o aproximadamente el 80 % del mineral de hierro procesado.
  • Según nuestras estimaciones, las operaciones logísticas terrestres y marítimas podrían representar aproximadamente el 40 % de la “huella de carbono” del sector del mineral de hierro.
  • Se requieren más estudios para mejorar las estimaciones de las emisiones resultantes de la deforestación indirecta causada por la extracción de minerales, especialmente en la Amazonia.

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Para analizar y profundizar sobre el contenido de la investigación, desde la Red Iglesias y Minería conversamos con uno de los autores, Bruno Milanez, investigador, profesor y miembro del Comité Nacional de Defensa de los Territorios Frente a la Minería.

¿Por qué las operaciones logísticas para la extracción de minerales  tienen un impacto significativo en el cambio climático?

Tenemos que entender que los minerales son extraídos para atender al mercado global, entonces, son transportados por todo el mundo. Y además, los minerales en particular tienen alta densidad, lo que significa que necesitan una gran cantidad de energía para transportarlos de un lugar a otro. En estas cadenas globales, los minerales  son extraídos en determinados países, muchos de ellos en América Latina, pero también en África, son llevados a otros continentes, como Asia, o países del norte global, como Estados Unidos y la Unión Europea, donde se transforman en bienes intermediarios o bienes finales, para luego ser consumidos, nuevamente, en los países del norte, o exportados de vuelta a los países del sur o desde Asia, para de ahí ser llevados al norte.

Entonces, tenemos esta gran movilización, que muchas veces son movilizaciones irracionales desde el punto de vista ambiental. Extraemos minerales  de América Latina, los enviamos a Asia, los transformamos en bienes industriales y los traemos de vuelta para ser consumidos.  Todo este traslado, normalmente en aviones, acaba teniendo una contribución significativa al efecto invernadero.

Este transporte transoceánico es ocultado en el debate climático, porque no hay un país que quiera asumir estas emisiones. Esta cuestión es la «cenicienta» del debate sobre la contabilidad climática.

¿Por qué se ocultan informaciones sobre los impactos de los procesos logísticos en el sector minero?

El sector de la minería ya ha estado sufriendo, por algún tiempo, al menos en Brasil, de una crisis de reputación, principalmente después de los grandes rompimientos de diques de cola (Mariana y Brumadihno) .

Las empresas han intentado a partir de los debates sobre crisis climática, crear una nueva imagen (nuevo posicionamiento de su marca),  cambiar su imagen para parecer más ambientalmente o socialmente responsables. En este contexto quieren posicionar la idea de que la extracción de algunos minerales específicos (los que se llaman críticos o de transición) es importante para mitigar el cambio climático. 

Para crear esta imagen renovada necesitan presentarse como un sector de baja emisión de CO2, de ser un sector que tiene poco impacto en el cambio climático, porque sería una gran contradicción emitir gran cantidad de CO2 para extraer minerales que son supuestamente capaces de combatir la crisis ambiental.

Es por eso que, normalmente cuando hacen sus estudios, al menos en Brasil, para ocultar estos impactos, tienden a reducir el alcance, limitándolo lo más posible y enfocándose especialmente en las actividades de extracción y dejan por fuera a la logística.  Así intentan atribuir las emisiones de CO2 a otro sector, al restringir el alcance, terminan contabilizando menos carbono en su balance.

 

La investigación menciona que alrededor del 80% de los minerales que se extraen en Brasil,  salen sin ser procesados. No quedan regalías, ni beneficios para las poblaciones locales. Y a cambio, una gran huella de carbono. ¿Cómo enfrentar esta realidad?

Son dos puntos que se interseccionan. Es la realidad que en Brasil, la parte que queda para las comunidades es muy poca. Tenemos que entender que en el contexto brasileño, existen incentivos fiscales a la exportación de minerales que no han tenido procesos de transformación ni industrialización.  Cuando se exporta minerales sin industrializarlos, se paga menos impuestos en Brasil, lo que al mismo tiempo reduce la cantidad de renta, la renta minera que al final es recaudada por el Estado brasileño o transferida de distintas manera en beneficio a la sociedad.

Las regalías por la minería en Brasil son muy bajas, varían en torno de 1,5% a 3,5%. Mientras que entre los incentivos fiscales  a la exportación, en algunos casos, de más del 20%. 

Para enfrentar esta realidad es necesario acabar con los incentivos fiscales para la exportación de minerales, y reconstruir una definición de proceso, incluso en el ámbito de crecimiento económico,  centrado en el debate sobre el  desarrollo pero dirigido a atender las necesidades de los países.

 

A partir de la investigación que se ha realizado, podría mencionar algunos aspectos clave que la población afectada por la actividad minería, debería conocer sobre la cadena logística y que muchas veces no son considerados en la evaluación de los impactos.

Primero es importante mencionar que la cadena logística varía mucho de mineral a mineral y de lugar a lugar. Tenemos en Brasil, como en buena parte de América Latina, minerales extraídos para la exportación. Entonces, tenemos corredores logísticos para garantizar que los minerales extraídos en el interior vayan hacia la costa para luego ser exportados. Además de ello, normalmente tenemos impactos asociados al transporte ferroviario, que acarrean problemas como ruido, atrapamiento, vibración.

Tenemos que pensar que muchas de estas líneas ferroviarias cruzan ciudades o cruzan poblados y con eso fragmentan estas comunidades porque las personas tienen dificultad de pasar de un lado al otro, porque no se construyen caminos seguros para que las personas puedan atravesar. Otra forma que ha ganado peso en Brasil son las tuberías, inmensas conexiones de tubería que atraviesan regiones enteras hasta el litoral. Ocupan territorio, consumen mucha agua, generan contaminación y desastres ambientales. Estos son algunos de los aspectos importantes que muchas veces no tomamos en consideración cuando debatimos los impactos en la cadena logística.

 

En el caso de Brasil se atribuye una desinformación en la medición de indicadores sobre la huella de carbono en las operaciones logísticas para la extracción de hierro.  ¿Pueden haber situaciones similares en otros países de la región? 

Probablemente.

Si imaginamos que, como mencioné anteriormente, América Latina es una región de  donde se extraen muchos minerales  para la exportación en grandes volúmenes para la industria. El estudio aquí en Brasil fue hecho en relación al hierro, pero podemos pensar en cobre en Chile y Perú o la discusión del litio en Argentina, Chile y Bolivia. Estas actividades requieren tanto transporte terrestre, que ni siquiera es hecho por tren, sino por camión, así que aumenta mucho más la huella porque es menos eficiente. Y se repite el círculo de que salen minerales sin procesar para ser procesados y devueltos, van a tener que usar transportes transoceánicos, movilizarlos, así que sí, ésta situación se repite en toda América Latina.

 

¿Deforestación, lugares de conservación…que otros factores son afectados y no visibilizados?

Uno de los factores que observamos es la fuerte relación de la minería con la deforestación. En especial en Brasil, pero ciertamente en otros países de América Latina, como Perú, por ejemplo, en Bolivia, que se tienen proyecto mineros sucediendo en  medio de la selva amazónica. Las empresas buscan sus concesiones en los lugares donde hay mayor concentración de los minerales y muchas veces esto coincide con los lugares de naturaleza intacta, preservada.

Cuando hablamos de deforestación pensamos automáticamente en emisiones de gases de efecto invernadero, pero además tenemos que tener en consideración la pérdida de biodiversidad, contaminación de agua en muchos casos, y especialmente si hablamos de cuestiones amazónicas, tenemos todo un problema de impacto en las comunidades locales, particularmente en las comunidades indígenas. Entonces, como son lugares muy distantes y muchas veces aislados, no se tiene ni idea de los reales daños que están sucediendo en estas regiones y que son muy relevantes.

¿Cómo el discurso del capitalismo verde y la minería sustentable intentan minimizar el impacto real que generan?

La idea del capitalismo verde, como lo mencioné al principio, es que el sector minero ha intentado apropiarse del discurso de mitigación del cambio climático, con esta perspectiva de que para sustituir combustibles fósiles necesitamos buscar nuevos formatos de energía. Se centran en un debate tecnológico que reflexiona otros aspectos como si simplemente sustituyéramos los carros a combustión por carros eléctricos y eso resolvería las cuestiones de las climáticas, lo que es una falacia.

Pero todo este discurso intenta mostrar la expansión de la actividad minera como una necesidad para enfrentar la crisis climática e  intenta crear un mensaje sobre la esencialidad de la actividad minera, como si fuera inevitable tener explotar minerales. Y las  comunidades locales simplemente tienen que aceptar este proceso para intentar «salvar el mundo». Lo que esto quiere decir es que, muchas veces, este asunto del cambio climático ha sido usado casi como una chantaje para obligar a las comunidades locales a aceptar los proyectos o como estrategia para disminuir la resistencia de estas comunidades a estos megaproyectos extractivistas.