Era de madrugada. Una mujer bajita se puso de pie frente a una excavadora, ella no se movió y el conductor tuvo que retroceder. Así comenzó —el 1 de marzo de 2012—“La Puya”, la resistencia pacífica conformada por habitantes de San Pedro Ayampuc y San José del Golfo contra la mina que explotaría el subsuelo entre los dos municipios. Una semana después, ya eran decenas de mujeres las que se tendieron al suelo, deteniendo una caravana  de máquinas. Cantaban y rezaban para impedir que las retroexcavadoras pasaran la frontera construida con sus cuerpos.

 

Luego de 13 años, la comunidad no se ha rendido. La empresa y el estado tampoco y siguen imponiéndose contra la voluntad del pueblo. Así opera este equipo de capitales y gobiernos sin respetar lo que la gente sueña para su futuro. EL conflicto ha experimentado diferentes niveles y formas, han transcurrido arbitrariedades, operación ilegal, violación al convenio 168 de la OIT, persecución, amenaza, pero el pueblo organizado, no permite que usurpen sus tierras.

El día domingo 2 de marzo, la Comunidad de La Puya, Guatemala, ha celebrado 13 años de resistencia en contra del extractivismo. Es una celebración, claro, de unidad, de fuerza, de organización y de esperanza.

La presencia de la Iglesia en los procesos de resistencia contra el modelo extractivista minero, son un signo de esperanza y unión y por eso “este día nos hemos unido, como lo hacemos cada año, todas las comunidades que nos solidarizamos con esta comunidad, comunidades que también están teniendo algún tipo de conflicto ambiental, y nos acercamos sacerdotes, misioneros claretianos, misioneros jesuitas, el párroco del lugar, la vida religiosa en general, porque un elemento que ha sido característico en la lucha de esta comunidad en contra del extractivismo ha sido el elemento de fe.” Comenta el P. César Espinosa, claretiano y miembro de la Red Latinoamericana Iglesias y Minería.

 

La presencia, el acompañar, el animar desde la cotidianidad la resistencia, la vida de los pobladores, sus dolores, sus alegrías, sostienen la resistencia, fortalecen la fe, en que es posible vencer. El elemento de fe en Jesús, en Dios Padre, en el Espíritu Santo, en la Virgen María, ha sido fuente de espiritualidad y de fortaleza para poder hacer frente a estas empresas que han querido precisamente dañar sus territorios y dañar sus vidas.

 

Es importante hacer memoria de lo que significa permanecer unidos por la defensa de los territorios y la vida, frente a las seducciones del dinero y las promesas engañosas. En el 2012,un grupo de vecinos acampó frente a la entrada de la mina Progreso VII Derivada, en La Puya, para defender su derecho al territorio. Durante cuatro años acamparon en la entrada del proyecto minero y se autonombraron “comunidad en resistencia”. Varias veces, mujeres arrodilladas sostuvieron su Biblia y la mirada ante el escuadrón de antimotines que amenazaba con desalojarlas. Han transcurrido los años y la esperanza de vivir en un territorio libre que los  vio nacer, sigue latiendo.

 

Con referencias de: https://www.plazapublica.com.gt/content/la-puya-una-comunidad-en-resistencia-una-empresa-insistente