El Sínodo Amazónico ha llegado a concluir una etapa más. Del 6 al 26 de octubre del 2019, el Vaticano se AMAZONIZÓ. Para la Red Eclesial Panamazónica, en este Sínodo la “periferia” de la Amazonía y sus pueblos llegó al centro de la Iglesia católica para proponer la urgencia de una conversión eclesial y ecológica. Ante la urgencia dramática que viven los pueblos indígenas en sus territorios, por la voracidad insaciable del extractivismo y también por la falta de un acompañamiento permanente de la Iglesia, los pobladores amazónicos, las mujeres y la mayoría de los padres sinodales dijeron: “Es tiempo de cambiar y ese tiempo es ahora”.

Indudablemente, que este Sínodo ha sido una experiencia inédita de caminar juntos y ha transformado a la Iglesia desde los dones de la periferia, antes considerada indeseable, hacia el centro ayudándole en su propio proceso permanente de reforma en marcha. Una conversión real liderada por el Papa Francisco y que hoy es irrenunciable, para ser más una Iglesia que está en salida misionera, que dialoga con los otros diversos en plano de respeto e igualdad, una que se afirma como una voz ética, mártir y profética ante la crisis socioambiental sin precedentes, y una que toma posición como el propio Jesús del lado de los que han sido considerados descartables y que hoy ilustran los Nuevo caminos.

El documento final, producto de las deliberaciones llevadas a cabo en el Sínodo, y que partió de una escucha atenta a los gritos de la madre tierra y de los pueblos de la Amazonía, será entregado al Papa Francisco, para que él luego de leerlo y analizarlo lo de a conocer a toda la iglesia universal.

Indudablemente que este Sínodo Amazónico es un llamado a toda la humanidad a tomar consciencia sobre la dramática situación de destrucción que afecta a la Amazonía: destrucción del territorio y sus habitantes, especialmente los indígenas. Un llamado urgente a decir ALTO a la desenfrenada carrera extractivista que sólo nos lleva a la muerte.

Según las lideresas y líderes indígenas, el Sínodo ha expresado también su identificación con la propuesta de los pueblos ancestrales del “Buen Vivir”. Para ellos “la vida en abundancia” que anuncia el Evangelio no es otra cosa que el “Buen Vivir”. Se trata de vivir en armonía consigo mismo, con los seres humanos, con la naturaleza y con el ser supremo. Todo está interrelacionado y en el Buen Vivir, no puede haber excluyentes ni excluidos.

El Sínodo también nos llama a construir una Iglesia con Rostro Amazónico, y es indudable que en esa “nueva iglesia” los pueblos indígenas están llamados a ser protagonistas de este cambio.

Otra de las novedades, en este Sínodo ha sido sin duda el rol de las mujeres. Ellas, jugaron un papel histórico. No sólo por el número (38) sino por los desafíos y propuestas al interior de la Iglesia. Se ha abierto un camino sin retorno, sólo queda profundizar. La propuesta del “Diaconado Femenino” sin duda ha sido una propuesta que ha contado con una amplísima mayoría.

Los pueblos indígenas y las mujeres marcaron un tono muy vivo, renovado, y valiente en este Sínodo Amazónico. Su claridad, testimonio de vida, espiritualidad amazónica, su grito urgente por el cambio y su sintonía con el Papa, dejaron una huella imborrable en la Iglesia.

Con estas y otras conclusiones, ha quedado confirmado el proceso de cambio en la Iglesia. A decir de los directivos de la REPAM, es un PROCESO en marcha, una navegación de largo aliento, aprendiendo de los pueblos y comunidades. Conscientes que el MEJOR VINO aún está por venir. Se ha reafirmado el camino para una Conversión Pastoral: Una Iglesia en Salida, que va para aprender la vida y la espiritualidad de los pueblos amazónicos. Que lleva el evangelio en su vida más que en sus palabras.

¿Cuán largo será este proceso de conversión? Dependerá mucho del accionar de todas y todos los católicos. Construir una Iglesia como Casa Común, donde todas y todos somos importantes y tenemos las mismas opciones y posibilidades; nos exigirá que superemos el machismo y el patriarcado también en nuestra Iglesia.

Los cambios planteados en el Sínodo, exigirán mucha valentía para que el conjunto de la Iglesia los vaya aceptando e implementando. Se ha hablado de nuevos ministerios, del diaconado femenino, de seminarios indígenas, de un rito especial para la Amazonía. Pero, lo que quedado evidente es que los pueblos indígenas han adoptado al Papa como un hermano, lo quieren como uno de ellos.

Para los indígenas amazónicos que participaron en el Sínodo, no hay duda: con el Papa y con los pueblos indígenas la Iglesia se compromete a defender la vida de los pueblos amazónicos y sus territorios.