Dom Vicente Ferreira, es obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Belo Horizonte, y tiene bajo su responsabilidad la atención pastoral de Brumadinho, comunidad que se vio tristemente afectada por el crimen socio-ambiental que cometió la empresa minera VALE, el 25 de enero del 2018 y que mató a 272 personas.

Dom Vicente, miembro de la Comisión Episcopal de Ecología Integral y Minería de la CNBB, comparte los dolores de su pueblo y también sus esfuerzos y luchas por una pronta justicia para las familias víctimas del crimen de la VALE en Brumadinho. Recientemente participó en el webinar Tiempo De La Creación «Transición Justa para América Latina, el Continente de la Esperanza». Seminario virtual organizado por el Movimiento Católico Mundial por el Clima. En dicho evento planteó la urgencia de cambiar nuestro modo de vida: “un nuevo estilo de vida para hacer el cambio de un consumismo obsesivo para una vida más sencilla”.

En su conferencia subrayó también la necesidad de una conversión ecológica integral: “reconocemos que lo que tenemos como cultura global no está bien y que el cambio no es sólo una alternativa, sino una urgencia. Ojalá tengamos, todavía, tiempo para seguir en este camino de conversión, de transición cultural, de un sistema capitalista global que destruye nuestra casa común haciendo sufrir especialmente a los más pobres y la naturaleza”.

Pero esos cambios, indica el obispo de Brumadinho, tienen que venir desde los pobres: “Es por esto que digo que no debemos esperar soluciones de los poderosos. Ellos nos parecen aún más violentos en la búsqueda por mantener el mismo estilo de vida. Como cristianos no tenemos opciones. O estamos juntos con los pobres, u olvidaremos el Evangelio de Jesús Cristo”.

Agradecemos a Dom Vicente por compartirnos el texto completo de su brillante exposición:

Año Laudato Sí: tiempo para los vulnerables

Dom Vicente Ferreira

Buenos días, buenas tardes a todos. Saludos especiales desde Belo Horizonte, Brasil, donde soy obispo auxiliar y desde Brumadinho donde trabajo con las comunidades afectadas por el crimen de la Vale que mató 272 personas y sin embargo 11 non fueron encontradas. Es una alegría participar como panelista de este debate con el tema “Recuperación justa para América Latina, el continente de la esperanza”. En este contexto, comparto con ustedes el subtema “Año Laudato Sí, tiempo para los vulnerables”. Como sabemos, el 24 de mayo, el Papa Francisco marcó el quinto aniversario de la encíclica «Laudato Sí» y nos convocó a celebrar un año especial hasta mayo de 2021 con el objetivo de «llamar la atención sobre el grito de la tierra y de los pobres». A partir del sexto capítulo de Laudato Sí, educación y espiritualidad ecológica, propongo algunas inspiraciones fundamentales para nuestra reflexión. El número 202 afirma “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar… Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que su­pondrá largos procesos de regeneración”. Entonces, reconocemos que lo que tenemos como cultura global no está bien y que el cambio no es sólo una alternativa, sino una urgencia. Ojalá tengamos, todavía, tiempo para seguir en este camino de conversión, de transición cultural, de un sistema capitalista global que destruye nuestra casa común haciendo sufrir especialmente a los más pobres y la naturaleza.

El primer punto que propongo, en sintonía con Laudato Sí, es la construcción de un nuevo estilo de vida para hacer el cambio de un consumismo obsesivo para una vida más sencilla. La paz no se encuentra en acumular cosas, sino en saber cultivar un estilo de existencia simple. Es decir, “cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede de­sarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad” (LS, 208). Este es un punto importante para que pensemos en los más vulnerables, empezando a cambiar nuestro propio estilo de vida, superando la autorreferencialidad. Si deseamos ser una voz profética y política, debemos empezar viviendo nosotros mismos lo que predicamos. En este sentido, ya estamos ansiosos con la llegada de la tercera carta encíclica que Francisco firmará en Asís, el próximo 3 de octubre «Fratelli tutti” (“Hermanos todos”) sobre la fraternidad y la amistad social.

En segundo lugar, Laudato Sí nos propone una nueva alianza entre la humanidad y el ambiente. Esta nueva educación ambiental debe ser transversal, es decir, debe ser tarea de la familia, de la escuela, de la política, de la iglesia, del arte etc. Es maravilloso escuchar a Francisco afirmando “Espero también que en nuestros seminarios y casas religiosas de for­mación se eduque para una austeridad responsa­ble, para la contemplación agradecida del mun­do, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente” (LS, 214). Todos somos responsables por curar las heridas de la tierra que sangra, también en nosotros, especialmente en los más pobres.

Como tercer punto, somos todos invitados a una verdadera conversión ecológica. “Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana.” (LS, 217). Siguiendo el texto de Laudato Sí, escuchamos “Invito a todos los cristianos a ex­plicitar esta dimensión de su conversión, permi­tiendo que la fuerza y la luz de la gracia recibida se explayen también en su relación con las demás criaturas y con el mundo que los rodea, y provo­que esa sublime fraternidad con todo lo creado que tan luminosamente vivió san Francisco de Asís” (LS, 221). Podríamos decir, entonces, que los más vulnerables no son solamente los Hermanos y hermanas que sufren, sino también tantas especies que están en peligro de extinción.

Cambio de estilo de vida, nueva alianza entre la humanidad y el ambiente, conversión ecológica. Cuando hablamos de estos puntos en América Latina, no podemos olvidar que no avanzaremos sin escuchar el clamor de nuestros pueblos y de la madre tierra, históricamente violentados en el nombre de un colonialismo que siempre mantuvo sobre nosotros la dominación. Escuchar a las comunidades tradicionales (los indígenas, quilombolas, agricultores familiares), significa no solamente escuchar sus reclamos, sino también sus caminos alternativos. Por lo tanto, la vulnerabilidad de nuestra gente y de la madre tierra es el lugar antropológico, ecológico y teológico de donde nacen los signos de nuevos tiempos. Si continuamos creyendo en las estrategias de los más grandes, ya conocemos los resultados que es la acumulación para pocos y la muerte para muchos. Mirando este tiempo de Pandemia no podemos esperar soluciones de las multinacionales, de los ricos que están siempre preocupados en ganar. Debemos mirar la vida de nuestros pueblos. En Brasil, por ejemplo, no podemos apoyar a un Gobierno Federal que, como afirmó un grupo de obispos brasileños, en carta al Pueblo de Dios “demuestra omisión, apatía y falta de respeto por los más pobres y vulnerables de la sociedad, que son: comunidades indígenas, quilombolas, las poblaciones de las periferias urbanas y las personas que viven en las calles, que son miles, en todo Brasil. Estos son los más afectados por la pandemia del nuevo coronavirus y, por desgracia, no se prevé una medida eficaz que les lleve la esperanza de superar las crisis sanitarias y económicas que se les imponen”. Podemos adicionar también el desmonte de las leyes de protección ambiental con serias consecuencias negativas para nuestros biomas. Nos hace llorar, por ejemplo, los terribles y criminales incendios que están exterminando gran parte de nuestro humedal brasileño.

Es por esto que digo que no debemos esperar soluciones de los poderosos. Ellos nos parecen aún más violentos en la búsqueda por mantener el mismo estilo de vida. Como cristianos no tenemos opciones. O estamos juntos con los pobres, u olvidaremos el Evangelio de Jesús Cristo. Es motivo de alegría la construcción de redes que toman con seriedad y responsabilidad la Laudato Sí. Participamos de la Red Internacional de Iglesias y Minería; apoyamos la Economía de Francisco y Clara, en la Conferencia Episcopal Brasileña tenemos la Comisión de Ecología Integral y Minería, aquí mismo en la Arquidiócesis de Belo Horizonte, indignados con los crímenes socioambientales de la misma Multinacional Vale, en Mariana y Brumadinho, creamos el sector ambiental como fuerte expresión de compromiso con la protección de nuestra casa común. En el colectivo de los afectados por el crimen de la minera Vale, en Brumadinho, sentimos que la esperanza se manifiesta como presencia del reino de Dios en la resistencia de tantas víctimas que resisten y luchan por justicia con la fuerza del amor. Por fin, nuestra Conferencia Episcopal Brasileña está comprometida en un Pacto por la vida y por Brasil. Todo estos son signos de esperanza para los más vulnerables, soñando que, de hecho, seamos todos: UNO, conectados y vinculados en la Casa Común. ¡Muchas Gracias!