El reciente 26 de octubre, un grupo de mujeres y hombres, convocados por la Red Iglesias y Minería se congregó virtualmente para compartir y celebrar la espiritualidad que mueve a las defensoras en su lucha contra el extractivismo y en la defensa de la Casa Común.

Según el calendario maya, el Nahuel indicaba que era el día de nuestros antepasados. Así nos lo recordó Maudilia López Cardona, mujer Maya Mam de Guatemala, quien nos introdujo en este encuentro, recordando a nuestras abuelas y abuelos, que representan el amor de Dios y la fuerza de la cultura que nos sostiene”. Levantando en sus manos dos elotes (maíz tierno), nos indicó que este maíz tierno como fruto de la madre tierra, “nos recuerda que nuestras raíces profundas están en los antepasados y en la tierra”.

Entonces, abrazadas (os) a Maudilia, honramos a Dios, corazón del cielo y corazón de la tierra, y honramos también a nuestra santa madre Tierra, cantando y pidiendo perdón porque destruimos y no sembramos:

“Dios mamá, Dios papá, abuelas y abuelos:
gracias por andar delante de nosotros,
por andar detrás de nosotros,
por andar a nuestros lados,
por acompañar nuestro camino”

Seguidamente la voz de Fanny Rosmira Salas, lideresa afrocolombiana, de la cuenca del Río Atrato en el Chocó, resonó en las redes sociales: “Sin territorio no hay vida, sin territorio no podemos existir. El territorio es la razón de nuestra existencia”.

Dice la Biblia, comentó, que “nosotros fuimos hechos de barro, el territorio no fue hecho de nosotros… por eso, el territorio puede existir sin el ser humano, pero nosotros no podemos existir sin territorio. El territorio es más importante que los seres humanos”. Fanny Rosmira, nació en la quebrada San Antonio Bebarama, municipio del Medio Atrato, pertenece a la organización COCOMACIA Y participa desde los 12 años en una Comunidad Eclesial de Base, mamá de 5 hijos y actualmente es delegada del espacio nacional de consulta previa por el Chocó.

“La Amazonía, nuestro territorio, es un bosque que tiene vida, por ello desde el pueblo Kichwa de Sarayacu, promovemos la urgencia de la protección legal de la Amazonía” dice con la fuerza que la caracteriza, Patricia Gualinga, lideresa indígena de la Amazonía ecuatoriana. “Defender el “Kawsak Sacha” (Bosque Vivo) significa detener el extractivismo, la destrucción de la tierra en la Amazonía. Este desarrollo que no es funcional para nuestros pueblos porque destruye nuestro territorio”.

Patricia, cuenta que cuando lograron detener el ingreso de las petroleras -una lucha reconocida como ejemplo a seguir por otras comunidades- mucha gente pensaba que luchaban únicamente porque se violentaban sus derechos, porque su casa era violentada. Pero, no daban cuenta, dice Gualinga “No se daban cuenta que la violencia que sufrimos, es también una violencia contra la humanidad, contra todos y todas. Porque el Amazonas es uno de los biomas más megadiversos del mundo, es una de las principales fuentes de agua dulce de todo el planeta”.

“Y, ahora estamos luchando para que entre todos podemos detener esta destrucción que viene de las grandes industrias, las petroleras, madereras, agroindustrias, mineras, hidroeléctricas, todas queriendo justificar en términos económicos la destrucción de la tierra, la destrucción del Amazonas, la destrucción de la naturaleza, sin importar la vida de los pueblos” denuncia la lideresa indígena católica de Sarayaku, quien participó en el Sínodo Amazónico convocado por el Papa Francisco.

Actualmente, desde la REPAM y la CEAMA, Patricia, participa en la construcción de una iglesia amazónica solidaria e identificada con la causa de los pueblos amazónicos “una iglesia que defienda la naturaleza como creación de Dios, una iglesia que no juzgue y que vea en los conocimientos de nuestros sabios, sabiduría que debe ser respetada”. Y, vamos a lograrlo, asegura Patricia porque “nuestra energía viene de Dios, pero también de la naturaleza, porque somos naturaleza. Nosotros somos espíritus vivientes, como también lo son los espíritus del bosque de quienes nos viene la fuerza”.

“El territorio significa mucho para nosotros. Del territorio sacamos la fuerza. La fuerza nos viene del monte, de la naturaleza, del agua, de las frutas, del aire.  Por eso estamos luchando por nuestros territorios”, insiste Juanita Gonzales, ella es Mburuvicha (Cacique) de la Comunidad Yvytū Porã. Forma parte de la Organización Tradicional de Comunidades Aty Ñeychyrõ. “El monte es nuestro hogar. Todo lo que está en el monte es nuestra fuerza”.

«Este año tan difícil, no sabemos de dónde sacar fuerzas para vivir. Pero tener una casita en el monte nos ayuda a vivir. El monte es nuestro hogar, allí podemos vivir libremente, tener fruta natural… Todo lo que está en el monte es nuestra fuerza”. Por ello, Juanita nos llama a juntarnos en el “Tangará”, un baile, una tradición de su comunidad en la que participan niños, jóvenes, ancianos y ancianas, todos. “Es como un rezo que lo hacemos bailando, pero, para hacer eso, nosotros necesitamos el monte, el agua, la tierra”.

En este encuentro, que tocó cada fibra de nuestro ser, Sofía Chipana, teóloga e indígena boliviana, convocó, también la presencia de las hermanas y hermanos que han caído luchando en la defensa de la naturaleza, para que con sus espíritus martiriales nos ayude a seguir buscando la vida digna y en plenitud, para todas y todos.

“Somos hijas e hijos de la tierra que nos cobija, que trabajamos para que el “Pachakuti” llegue pronto: El tiempo que este mundo llegue a su fin y permita que nazca otro mundo, un mundo donde puedan tener cabida los muchos mundos que somos. Por ahora, tenemos que seguir gestando la vida, estas otras formas de ser y de estar en el mundo, sin nunca olvidar que somos tierra que camina, tierra que siente”.

Este encuentro celebrativo fue organizado por la Comunidad Eco Espiritual de la Red Iglesias y Minería para “abrir nuestros corazones” e imbuirnos de la “Fuerza Espiritual de la Mujeres en las Luchas contra el Extractivismo y la Defensa de la Casa Común”. Les invitamos a asistir al video de este importante encuentro