Foto de: Carolina Blumenkranc

El Nodo Argentina de la Red Iglesias y Minería expresa su profunda preocupación frente a la posibilidad de apoyo del Banco Nacional para el Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES) para la ampliación del gasoducto que actualmente construye el Estado argentino desde la zona denominada “Vaca Muerta” hasta la Provincia de Buenos Aires.

“Como latinoamericanos asistimos con esperanza a las primeras expresiones vinculadas a la importancia del cuidado del medio ambiente que anunció en su asunción el presidente de ese país Lula Da Silva. Consideramos de vital importancia la preservación de la Amazonía para la humanidad, el cuidado del agua como bien común y Derecho Humano y la reconsideración que merecen las políticas estatales genocidas contra los pueblos ancestrales de todo el territorio continental”, expresan en comunicado hecho público el día de hoy.

Hacemos un llamado desesperado, indican, a escuchar los clamores de los pueblos saqueados, empobrecidos y asesinados por un sistema que nos posiciona como comunidades martiriales frente a la voracidad extractiva de ayer y hoy. “Que la hermandad latinoamericana expresada por los mandatarios se materialice, considerando las voces de quienes terminamos, en definitiva, una vez más, pagando los costos de una transición energética para el Norte global, somos los pueblos de las periferias y los pobres del mundo, como lo expresó el Papa en su encíclica Laudato Si, quienes pagamos los costos socioambientales de un sistema que extermina. Que sus deseos de hambre cero y de cuidado ambiental, sean de verdad una política que se aplique en el territorio brasilero, pero no a expensas de otros hermanos”.

Desde el Nodo Argentina de la Red Continental de Iglesias y Minería queremos expresar nuestra preocupación frente a la posibilidad de apoyo del Banco Nacional para el Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES) para la ampliación del gasoducto que actualmente construye el Estado argentino desde la zona denominada “Vaca Muerta” hasta la Provincia de Buenos Aires.

Como latinoamericanos asistimos con esperanza a las primeras expresiones vinculadas a la importancia del cuidado del medio ambiente que anunció en su asunción el presidente de ese país Lula Da Silva. Consideramos de vital importancia la preservación de la Amazonía para la humanidad, el cuidado del agua como bien común y Derecho Humano y la reconsideración que merecen las políticas estatales genocidas contra los pueblos ancestrales de todo el territorio continental.

En este sentido, nos vemos en la obligación de señalar aspectos insoslayables que están ocurriendo aquí y ahora en territorio argentino:

  • La extracción de hidrocarburos no convencionales en la zona conocida como “Vaca Muerta” se realiza con la técnica de fracking. El Estado argentino ha presentado a esta actividad como “el futuro” económico de la Nación. El avance de esta requiere indefectiblemente obligar a las comunidades de pueblos ancestrales ubicadas en todo el territorio a aceptar vulneraciones al medio ambiente, son los primeros rehenes de una política esencialmente económica disfrazada de eficiencia energética que busca el ingreso de dólares para cumplir compromisos externos que no asumimos los ciudadanos y no usufructuamos. De este modo, las poblaciones, sobre todo del pueblo Mapuche, se han visto obligadas a aceptar las reglas de juego planteadas por el Estado argentino y las corporaciones transnacionales que llevan adelante la explotación. Transcurrida una década de actividad en la zona y frente al incumplimiento de acuerdos supranacionales, no se han desarrollado las consultas pertinentes en tiempo y forma, es decir, nunca será libre previa ni informada una consulta que se desarrolle con las empresas instaladas en el territorio y operando. Los pueblos indígenas, desde la colonia hasta el presente, siguen siendo territorio sacrificial para sostener modos de desarrollo que no forman parte de su Cosmovisión.
  • El territorio afectado por el avance extractivista, no solo se circunscribe a la zona donde se desarrolla la fractura hidráulica. Miles de hectáreas están siendo afectadas por la extracción de arenas silíceas en las provincias de Entre Ríos -donde destruye humedales-, Río Negro y Chubut, este es el principal insumo junto al agua, utilizado por esta industria. La legislación sobre la extracción de lo que nosotros denominamos bienes comunes y ellos consideran “recursos naturales” establece que todo lo que se encuentra en el subsuelo es propiedad del Estado, por lo tanto, todos los ciudadanos somos meros superficiarios de nuestros territorios.
  • Consideramos que toda industria extractiva, es de agua también, cada pozo en la actualidad ronda en los sesenta procesos de fracturas, para ello utilizan más de 90 millones de litros de agua en plena zona de estrés hídrico. Las poblaciones aledañas a “Vaca Muerta” vienen denunciando la escasez de agua para cubrir las necesidades mínimas, aquí otra constatación: el extractivismo no genera ni siquiera infraestructura que mejore la calidad de vida de la gente.
  • En su discurso de asunción, el presidente Da Silva manifestó: “Vamos a iniciar la transición energética y ecológica. Nuestra meta es alcanzar la deforestación cero en Amazonia. No es necesario tumbar ningún árbol ni invadir nuestros biomas”. Como cristianos, nos hicimos eco del llamado del Papa Francisco cuando nos convocó a “amazonizar” nuestra mirada sobre la Casa Común, por ello señalamos que es tan importante la biodiversidad en la Amazonía, en la Patagonia o en el territorio, hoy zona de sacrificio, de “Vaca Muerta”. No existe posibilidad de conversión integral si no comenzamos a mirarnos todos como seres de igual estatura y sujetos de Derecho independientemente de nuestras cosmovisiones.
  • Desde que la técnica del fracking se asentó en la zona, comenzaron los movimientos sísmicos, antes inexistentes. Hasta hoy se han registrado más de 350 movimientos que han producido daños considerables en las viviendas y la infraestructura. Los múltiples incidentes ambientales que superan los 5000 (cinco mil) casos en un lapso de 6 años y tienen el grave promedio de 5.6 diarios. Muchos de ellos no pueden ser cuantificados en su afectación ya que las empresas informan lo mínimo sobre los mismos o directamente no informan. Por otro lado, el fracking genera residuos en dimensiones nunca vistas, los repositorios crecen de modo desmedido, sin control, muchas veces sin tratamiento ni reparación ambiental. Por último, hay que considerar, el aumento de la exclusión social al vivir en un contexto en que todo lo indispensable para la vida se paga en “precio petróleo”. El fracking por su estructura industrial provoca una economía de enclave especial al generar altas demandas en un tiempo muy corto, pero por otro lado esta es muy volátil por estar atada a los precios internacionales de los hidrocarburos.

Foto: Carolina Blumenkranc

Por todo lo expresado nos permitimos hacer un llamado al pueblo brasilero y al presidente Da silva:

Debemos reconocer que vivimos con profundo dolor la destrucción nacional, territorial y humana que llevó adelante el gobierno que lo antecedió y de modo inverso, nuestra esperanza se acrecentó al conocer su mirada renovada sobre el cuidado de nuestra Casa. Hacemos un llamado desesperado aún no desesperanzado a escuchar los clamores de los pueblos saqueados, empobrecidos y asesinados por un sistema que nos posiciona como comunidades martiriales frente a la voracidad extractiva de ayer y hoy. Que la hermandad latinoamericana expresada por los mandatarios se materialice, considerando las voces de quienes terminamos, en definitiva, una vez más, pagando los costos de una transición energética para el Norte global, somos los pueblos de las periferias y los pobres del mundo, como lo expresó el Papa en su encíclica Laudato Si, quienes pagamos los costos socioambientales de un sistema que extermina. Que sus deseos de hambre cero y de cuidado ambiental, sean de verdad una política que se aplique en el territorio brasilero, pero no a expensas de otros hermanos.

La justicia social, también debe considerar la justicia ambiental.

Argentina, enero de 2023